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viernes, 1 de diciembre de 2017

Macro de Cambiemos: más inconsistente que la K (publicada en Cronista el 1/12/2017)


El diseño de la política macroeconómica no es sencillo. Primero, hay que definir dos conjuntos diferentes de variables: por un lado, los objetivos y sus valores deseados, y por el otro los instrumentos de política económica. Los objetivos son las metas que la política macroeconómica tiene que alcanzar, y los instrumentos son los botones que se “tocan” (según lo sugerido por la teoría económica) para intentar influenciar sobre la trayectoria temporal de las variables objetivo, intentando que converjan desde los valores observados hacia los valores deseados.

El premio Nobel Jan Tinbergen demostró la existencia de una relación entre cantidad de objetivos y cantidad de instrumentos. De acuerdo con J. Tinbergen, no debe haber más objetivos que instrumentos de política económica. Por el contrario, si el número de objetivos (J) supera a la cantidad de instrumentos (K), el diseño de política macroeconómica está sobre determinado y es inconsistente, con lo cual sus objetivos no podrán ser alcanzados y la política fracasará. En este contexto, el logro de los objetivos exige reducir (aumentar) la cantidad de objetivos (instrumentos). Del otro lado, si la cantidad de objetivos (J) es inferior al número de instrumentos (K), el modelo de política macroeconómica está sub determinado y un número infinito de combinaciones de valores para los instrumentos pueden lograr las metas dadas.

Justamente, el incumplimiento de esta “regla de cantidad” entre objetivos e instrumentos de política económica es la principal causa del fracaso de los programas económicos. Los políticos son incurablemente optimistas sobre sus posibilidades de lograr simultáneamente un número de objetivos muy superior a la cantidad de instrumentos de los cuales disponen para alcanzarlos. Tanto es así, que establecen objetivos que frecuentemente compiten entre sí, de manera que el logro de uno puede ser alcanzado sólo a costa del otro. Los políticos quieren patear el tiro de esquina, cabecear el centro y hacer el gol mientras vuelan de palo a palo para sacarla al córner. El que mucho abarca poco aprieta, nada termina saliendo bien; y así ningún objetivo se cumple.

Por el contrario, y a diferencia de los políticos, los economistas somos conscientes de la “regla de cantidad” entre objetivos e instrumentos de política económica. Lo aprendemos en matemática para economistas resolviendo sistema de ecuaciones, donde nos enseñan que un sistema no tiene solución si presenta más incógnitas (objetivos) que ecuaciones (instrumentos). Sin embargo, el problema del mundo real es que el Ministro de Economía es un empleado del presidente (político), lo cual acrecienta la probabilidad que el diseño de política macroeconómica termine siendo inconsistente con más objetivos que instrumentos. Este riesgo se multiplica si no hay un Ministro de Economía fuerte y todas las decisiones terminan atomizadas en muchos ministerios.

Hace 14 años que Argentina tiene un programa macroeconómico inconsistente en términos dinámicos con objetivos que duplican o triplican el número de instrumentos. Y esta inconsistencia en lugar de revertirse, se ha agravado en los últimos dos años con Cambiemos. Ergo, no sorprende el fracaso económico. Los números son contundentes en este sentido. El PBI p/cápita cae -7% y el PBI real crece 0% cuando se compara 2017 contra 2011. A su vez, cando se compara 2017/2016 contra 2015/2014, los resultados en materia de PBI real; PBI p/cápita, inflación, desempleo, pobreza y distribución del ingreso son iguales.

Es simple de ver. Tanto el modelo Kirchnerista como el modelo de Cambiemos tienen sólo dos instrumentos básicos de política económica: la política fiscal y la política monetaria. Sin embargo, ambos modelos plantean una cantidad de objetivos de política macroeconómica que triplica o duplica la cantidad de instrumentos disponibles.

El modelo Kirchnerista contaba con 6 objetivos de política económica (tasa de crecimiento, desempleo, inflación, estabilidad financiera representada por baja tasa de interés, tipo de cambio real y redistribución del ingreso). En un principio, el diseño K utilizó la política fiscal y monetaria expansivas para incentivar la demanda agregada vía estimulación del consumo y expansión del gasto público, procurando aumentar el nivel de ingreso y bajar la tasa de desempleo. Paralelamente, se intervenía en el mercado cambiario para evitar la apreciación y se acumulaban reservas. El gobierno estaba cómodo con dos dígitos (bajos) de inflación. Cuando la inflación comenzó a acelerarse, se adicionó un tercer (nefasto) instrumento de política económica: control de precios con intervención del INDEC. Posteriormente, cuando apareció la fuga de capitales, se adicionó un cuarto (nefasto) instrumento de política económica: control de capitales con CEPO.

En pocas palabras, la inconsistencia del diseño macroeconómico K terminó con seis objetivos y cuatro instrumentos de política económica. Su fracaso era cantado. Los dos instrumentos adicionados (control de precios y CEPO), si bien sirvieron para taponar la devaluación y la hiperinflación maquillando peores resultados en el corto plazo, terminaron matando el nivel de actividad, abortando la generación de empleo, empobreciendo los salarios y destruyendo la generación de riqueza con un PBI p/cápita en retroceso.

El modelo de Cambiemos cuenta con 7 objetivos de política económica. En este sentido, todos los funcionarios manifiestan que tienen por objetivo crecer +3,0% anual todos los años hasta 2019. Paralelamente, todos sostienen que quieren bajar la tasa de desempleo. Desde Hacienda se establecieron metas de déficit fiscal primario anuales para 2017 (-4,2%); 2018 (-3,2%) y 2019 (- 2,2%). Desde el BCRA, se ha implantado un sistema de metas de inflación con metas del 10% (2018) y 5% (2019) y se ha puesto un objetivo de reservas (15% del PBI). Paralelamente, también se incentiva el crédito vía los UVA, con el objetivo de aumentar la penetración del crédito hasta niveles en línea con la región. Van 6 objetivos. Finalmente, hay un 7mo objetivo: mejorar la distribución del ingreso. De hecho, Jefatura de Gabinete ha sido siempre muy explícita en este sentido. La expansión de la AUH (+300.000) y la Reparación Histórica a los jubilados (+1.000.000 de beneficiados) son los dos mejores exponentes en este sentido. Del otro lado, al eliminarse el control de precios y el CEPO, el diseño de política macroeconómica de Cambiemos cuenta con sólo los dos instrumentos normales (¡está bien!) de política económica: la política fiscal y la política monetaria.

En pocas palabras, la inconsistencia del actual diseño de la política macroeconómica de cambiemos está cuantificada por siete objetivos y sólo dos instrumentos. Su fracaso es cantado. El error no es haber sacado dos instrumentos. Por el contrario, está muy bien haber sacado el control de precios y el CEPO, ya que atentan contra la inversión, el empleo y crecimiento. El error es no reducir drásticamente la cantidad de objetivos. Seguimos con el populismo económico / electoral. Seguimos queriendo patear el tiro de esquina, cabecear el centro y hacer el gol mientras volamos de palo a palo para sacarla al córner. Señores políticos, háganle caso a Tinbergen. La cantidad de instrumentos está bien. Sólo hay que reducir la cantidad de objetivos. Es mejor enfocarse en patear el penal, fuerte al medio y arriba es gol. Ganemos un partido de una vez.

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