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lunes, 25 de julio de 2016

La Inflación Bajará (Nota publicada en Diario Perfil el 16/7/2016)

Si hay inflación necesitamos cada vez más pesos para comprar la misma cantidad de bienes y servicios, lo cual tiene como contrapartida una suba sostenida del nivel general de precios. Ergo, no hay duda de que la inflación se relaciona con la velocidad a la cual se produce dinero. Si la oferta monetaria crece más que su demanda, el poder de compra de la unidad monetaria cae y, con ello, sube la cantidad de pesos que se necesita para comprar la misma cantidad de bienes. Esta relación se fortalece en el largo plazo. Si usted duda, le cuento que en Argentina entre diciembre de 2007 y diciembre 2015 la base monetaria y el IPC Congreso crecieron 528% y 512% respectivamente.
En este contexto se entiende que, como decía Milton Friedman, “la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario”. ¿Qué quiere decir que la inflación sea un fenómeno estrictamente monetario? Implica que la política monetaria es el instrumento más potente e idóneo para prevenir y bajar la inflación. Puntualmente, no hay que emitir más de lo que crece la demanda de dinero para no “despertar” la inflación. Si hay inflación, hay que hacer política monetaria contractiva para “bajarla”. Casi todos aprendieron esta lección. Actualmente, el 80% de los países tienen menos de 5% de inflación anual.
La buena noticia es que el nuevo BCRA no sólo hace un diagnóstico acertado del problema inflacionario concibiéndolo como un fenómeno estrictamente monetario, sino que ejecuta muy bien su política monetaria. Hay un apretón monetario de más del 25% en términos reales y un manejo prudente de la tasa de interés que aseguran que, de seguir así, hará bajar la inflación “sí o sí” sobre finales de 2016 y comienzos de 2017.
¿Por qué la inflación no baja más rápido? Los retardos de la política monetaria son el primer y principal obstáculo. La política monetaria impacta sobre precios con un rezago de 12 a 18 meses, y como Vanoli fue acelerando paulatinamente el ritmo de emisión a lo largo de todo 2015 hasta dejar una emisión creciendo al 47% anual, este año tendrá un piso alto de inflación por culpa de la gestión K. Segundo, también está el problema de las expectativas inflacionarias, que, como nos ha enseñado Robert Lucas, son racionales en Argentina. El público sabe que debido al déficit fiscal récord heredado de la gestión K, el BCRA tiene que emitir $ 160 mil millones para financiar al Tesoro en 2016, por lo que las expectativas de inflación se mantienen elevadas y en consecuencia la inflación tarda más en bajar. Tercero, en este mismo sentido juegan las Lebacs y su tasa de interés, que generan expectativas de déficit cuasi fiscal, emisión e inflación y terminan atentando contra un descenso más rápido de la inflación.
En este marco, los datos de inflación del cierre del primer semestre no sorprenden. Es muy elevada en la primera mitad del año. En junio de 2016 el IPC-CABA (47,1%) y el IPC-Congreso (45,5%) reportaron inflaciones interanuales muy elevadas. Los números del acumulado de los primeros seis meses no son mejores: IPC-CABA 29,2%, e IPC-Congreso 27,3%. Aunque, desde una óptica positiva, ambas mediciones muestran una caída de la inflación general en los últimos tres meses. Puntualmente, para CABA la desaceleración fue de 6,5% (abril) a 5% (mayo) y 3,2 (junio), mientras que para IPC-Congreso el descenso fue de 6,7% (abril) a 3,5% (mayo) y 2,9% (junio).
No obstante, hay que destacar que todavía no hay un descenso claro y consolidado de la inflación núcleo, que es el 70% de la inflación general porque no tiene tarifas ni precios estacionales. La inflación núcleo de E&R subió de 1,8% (marzo) a 2,6% (abril) y 3% (mayo), pero luego baja a 2,7% (junio). Los números preliminares de julio estarían mostrando un nuevo descenso hasta 2,2%. Sin embargo, para Indec y CABA la inflación núcleo se aceleró en junio pasado. Según Indec subió de 2,7% (mayo) a 3% (junio), mientras que para CABA se aceleró de 3,3% (mayo) a 3,6% (junio). Claramente, estos resultados mixtos en materia de inflación núcleo son una señal contundente de que el proceso de desinflación no se ha consolidado todavía y que se demorará un tiempo más en llegar. Hay que esperar; ansiolíticos.
¿De cuánto será la inflación en 2016? De acuerdo con nuestras estimaciones, este año la inflación promediaría cerca del 42% anual, cerrando el ejercicio con una inflación mensual en torno al 1,5% (20% en términos anualizados). Estos resultados, que parecen malos a primera vista, son –como venimos remarcando con mi colega Javier Milei– un éxito rotundo cuando se tienen en cuenta la herencia recibida, la quita de retenciones, la suba de tarifas y, sobre todo, el levantamiento del cepo.
El éxito de la actual política queda en evidencia cuando se lo compara con los resultados de 2014 luego de la devaluación de Axel Kicillof. El escenario 2016 es mucho mejor que en 2014. La inflación proyectada punta a punta del 42% para 2016 es apenas superior a la inflación del 39% observada en 2014, pero con el agregado positivo de que actualmente hay un sinceramiento cambiario que estuvo totalmente ausente hace dos años, porque ahora el tipo de cambio es único y libre mientras que antes estaba “encepado” y había dólar paralelo.
Actualmente la devaluación nominal asciende a 52% (sin quita) y 70% (con quita de retenciones), más que duplicando y triplicando la devaluación de 2014 (20%). Sin embargo, el aumento acumulado de los precios de los primeros siete meses post devaluación de 2016 (+32) es apenas superior al del mismo período de 2014 (+25%), con lo cual hoy en día hay un menor traspaso a precios y una mayor ganancia de competitividad por tipo de cambio: 61% (con quita de retenciones) y 45% (sin quita de retenciones), mientras que en 2014 era de 126%. En pocas palabras, luego de siete meses de haber devaluado, en la actualidad hay ganancia de competitividad por tipo de cambio, mientras que en 2014 ya había pérdida. Además, la caída proyectada del nivel de actividad económica de 2016 (-1,2%) también va a ser menor que la contracción del PBI de 2014 (-2,2%) bajo la conducción de Kicillof.
En definitiva, está claro que no estamos en el paraíso, pero nos encontramos mucho mejor de lo que estaríamos de haber seguido la política económica K. Por lo tanto, si bien el manejo de la economía del gobierno de Cambiemos dista mucho de ser óptimo, aun así es infinitamente mejor que lo puesto en práctica en los anteriores 12 años.

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