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domingo, 10 de julio de 2016

Ser Competitivo no es hacer magia (Nota publicada en La Nación el 10/07/2016)



Se crece sostenidamente y se genera empleo genuino cuando el sector privado es competitivo, o sea, cuando las empresas hacen negocios, ganan dinero y generan valor. La Argentina está en su quinto año de estanflación porque su sector privado no es competitivo y, en consecuencia, no invierte ni amortiza, devorándose su stock de capital, y la relación costo salarial (después de impuestos) / productividad empeora y se reduce (aumenta) el empleo (desempleo). Ergo, se contrae la oferta agregada, el PBI per cápitacae y los precios suben.
Siguiendo el Termómetro de la Riqueza de Giacomini/Milei, que cuantifica la competitividad de la economía y mide el impacto de las variables que la determinan, los problemas de eficiencia no son responsabilidad del mundo. Los términos de intercambio y la tasa libre de riesgo son "buenos" en términos históricos. Las empresas argentinas no son competitivas por "culpa" no sólo del gasto público (15 p.p. superior al promedio de la Alianza del Pacífico) y la presión tributaria récord, sino también porque enfrentan un costo de capital e inflación varias veces mayores que sus competidores de la región. Además, nuestra política de ingresos y la mala inserción internacional también atentan.
El fisco argentino es el campeón mundial a la hora de ahogar la rentabilidad de las empresas. Tenemos el récord de alícuota impositiva como porcentaje de sus ganancias (137,3%) más que duplicando el promedio de América latina y el Caribe (51,2%). Paralelamente, nuestra inserción comercial también es "la peor": esta alícuota en el Mercosur (72,1%) es casi el doble que la de la Alianza del Pacífico (47,8%). Además, la presión fiscal del Mercosur supera por más de 10 puntos a la de la Alianza del Pacífico. El Mercosur, así como está, no sirve ni como plataforma de inserción internacional ni como factor de crecimiento.
En la Argentina, comparando 2015 (36,6%) contra 2002 (18,5%) y 2007 (24,7%), la presión tributaria aumentó prácticamente un 100% y 50%, respectivamente. La suma de aportes patronales, ingresos brutos y ganancias casi se duplicó entre 2007 (9,1% del PBI) y 2015 (15,9%). Hay que bajarle "en serio" los impuestos a las empresas para apuntalar su competitividad, que hagan negocios, ganen dinero, inviertan, crezcan y generen trabajo.
Es imprescindible establecer un cronograma que reduzca la presión tributaria a los niveles de 2007. Según nuestras proyecciones, el reconocimiento a los jubilados tendría un impacto fiscal de 1,1% (2017) y 1,5% (2018) del PBI, con lo cual se comprometería el cumplimiento de la meta fiscal de 3,3% (2017) y 1,8% (2018), y surgirían dudas sobre la sustentabilidad de las cuentas fiscales. En consecuencia sería poco probable que la presión tributaria bajara "en serio" durante los próximos años, alejando la posibilidad de que haya un boom de IED, IBIF, exportaciones, crecimiento y empleo.

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