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viernes, 16 de agosto de 2013

LA ECONOMÍA JUEGA EN CONTRA DEL GOBIERNO EN LAS ELECCIONES 2013 y 2015.

La economía incide siempre en los procesos electorales. Cuando el nivel de actividad económica es bueno, los candidatos del gobierno de turno suelen ser favorecidos por el voto popular. Por el contrario, cuando el crecimiento económico es pobre o negativo, la oposición suele sacar réditos electorales. 

Una buena tasa de crecimiento del PBI suma mucho para los gobiernos que se presentan a elecciones, porque puede suavizar el normal desgaste que provoca muchos años en la administración y también amortigua el deterioro estructural macro que puede surgir de malas políticas, cuyo impacto negativo sólo se percibe en un plazo más largo. En contraposición, un PBI estancado o cayendo potencia el rechazo electoral por el desgaste de ejercer la administración y profundiza el impacto negativo de las malas políticas sobre el caudal de votos. Se podría resumir de la siguiente forma: en épocas económicas de “vacas gordas” aumenta la confianza en el gobierno y se dan buenos resultados electorales para el oficialismo. Ocurre lo contrario, en épocas económicas de “vacas flacas". 

En junio 2013 el nivel de actividad presenta una tasa de crecimiento interanual del 2.1% y una variación acumulada en los últimos 12 meses de -0.2%. En este escenario, en las elecciones primarias del domingo pasado y teniendo en cuenta sólo la esfera nacional, el oficialismo sólo obtuvo el 27,5% de los votos a senadores y el 26,31% de los votos. Este resultado  muestra que el oficialismo perdió casi 4 millones de votos, la mitad de la sangría provino de la provincia de Buenos Aires. 

Está claro que el resultado electoral que obtuvo el oficialismo en las recientes elecciones primarias se explica, en parte, por el entorno macroeconómico negativo y el anémico crecimiento, que potenciaron el propio desgaste que genera estar en el poder durante diez años y le quitaron un importante caudal de votos.

El entorno y el crecimiento macroeconómico anémico, creemos que son variables más relevantes que el desgaste del ejercicio del poder, para explicar el mal resultado electoral del oficialismo. Es decir, un buen entorno macro y una economía creciendo vigorosamente suele postergar en el tiempo el desgaste del ejercicio del poder. Por el contrario, problemas estructurales sin resolver, bajo crecimiento, falta de generación de empleo genuino como alta y creciente inflación suelen adelantar en el tiempo y potenciar el desgaste del ejercicio del poder. 


Inclusive, hilando más fino, se pude concluir que el crecimiento económico puede ser en ocasiones más importante que el entono macro. Es decir, un buen crecimiento económico puede “tapar” el deterioro macro y amortiguar sus efectos negativos sobre el caudal de votos del gobierno. De hecho, esto fue lo que sucedió en las elecciones presidenciales de 2011. 

En aquel momento, el fuerte rebote del nivel de actividad le permitió al gobierno nacional ganar las elecciones en 2011, porque logró contrarrestar el desgaste del ejercicio del poder y el creciente deterioro del entorno estructural macroeconómico argentino: inflación en aumento, déficit fiscal creciente, deterioro del balance del BCRA; emisión monetaria creciente para financiar el déficit fiscal, aparición del déficit comercial energético, fuga de capitales crecientes que trepó a más de USD21.000 MM en 2011, trabas a las importaciones (mayo 2011); etc. 


Sin embargo, el escenario 2013 cambió para peor y la actual tasa de crecimiento no alcanza para tapar ningún síntoma negativo. Puntualmente, en un contexto de deterioro estructural macroeconómico creciente, las equivocadas decisiones de política económica, principalmente el cepo cambiario, enfriaron fuertemente el nivel de actividad en Argentina. En este marco, el anémico crecimiento de 2012 (+1.4%) y 2013 (+2.5%) no sólo no sirve para contrarrestar el deterioro estructural macro de nuestra economía y el desgaste de la imagen del gobierno, sino que lo potencian fuertemente. Es decir, tanto lo coyuntural como lo estructural de nuestra economía juegan en contra de la imagen y del caudal de votos del gobierno. 

Los problemas estructurales sin resolver y las inconsistencias de política económica aumentan, atentando contra las expectativas positivas, la inversión y por ende contra la generación de puestos de trabajo genuinos en el sector privado y la tasa de crecimiento del nivel de actividad global. Lo más probable sería que el gobierno no modifique sus políticas, sino que intensifique aún más las actuales, por lo que los problemas estructurales y las inconsistencias de política seguirían en aumento.  

Paralelamente, lo más probable es que la soja y Brasil comiencen a jugar menos a favor que en el pasado, por lo que el escenario económico internacional no tendría capacidad de contrarrestar los problemas económicos domésticos y no contribuiría a ponerle un elevado piso a la tasa de crecimiento doméstico. Es decir, tanto el escenario económico internacional como doméstico contribuirían a que la tasa de crecimiento del nivel de actividad económico continuará siendo anémica en 2013/2015.

De hecho, estimamos que lo más probable sería que la tasa de crecimiento se ubicara en torno a 2.5% (2013); 1.8% (2014) y 1.5% (2015), por lo que el nivel de actividad no tendría capacidad ni de revertir, ni de amortiguar los efectos negativos del deterioro estructural macro y de la imagen negativa del gobierno en el electorado. Por consiguiente, sería probable que los resultados electorales del oficialismo no fueran buenos en octubre 2013 y en 2015.

¿Qué cambios sustanciales debería haber para que el gobierno tuviera mayor probabilidad de obtener buenos resultados electorales? Según nuestro análisis, es necesario que haya un fuerte rebote del crecimiento económico que permita contrarrestar  el (creciente) deterioro estructural macro y la imagen negativa del gobierno en electorado.  El problema para el gobierno es que hay muy bajas probabilidades que tenga lugar un fuerte rebote del nivel de actividad en 2013/2015 y por ende, se debilitan las posibilidades que el oficialismo obtenga un buen resultado electoral en octubre 2013 y en 2015. 

De aquí a dos años adelante no hay "instrumentos" que permitan generar una robusta tasa de crecimiento. Desde el plano doméstico, con un déficit fiscal que bien medido se acerca a 3% del PBI y sin financiamiento genuino no hay margen para que una política fiscal más expansiva genere resultados positivos en materia de nivel de actividad. Al mismo tiempo, la inflación y los problemas cambiarios también impiden que la aplicación de una política monetaria expansiva pueda conducir hacia mayores niveles de crecimiento. Al mismo tiempo, no hay margen para una política de ingresos expansiva. De hecho, el salario real hace tiempo que empezó a caer en un marco en el cual la tasa de desempleo dejó de caer hace varios años y, por el contrario, comienza a subir. El déficit energético también es otra piedra en el camino del crecimiento sustentable y la generación de puestos de trabajo genuinos en el sector privado. Desde el escenario internacional, sólo una soja a 800/900 dólares la tonelada y un Brasil creciendo al 7% anual podrían lograr que Argentina volviera crecer al 5%/6% anual;  ritmo de crecimiento mínimo que el gobierno necesitaría para amortiguar los efectos negativos sobre el caudal de votos que tienen el deterioro del entorno estructural macro y el desgaste del ejercicio del poder durante 10 años. Como se dice en matemática "tiende en el límite a cero" la probabilidad que suceda esto último.



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