Las malas
políticas fueron agotando la expansión promedio del PBI: 7% (2004/2007); 4%
(2008/2011) y 0% (2012/2015). Sin
embargo, fue el Cepo lo que terminó abortando
la expansión del producto. El Cepo conduce a la estanflación porque permite que
el dólar cotice por debajo de su equilibrio, convalidando y perpetuando el
exceso de demanda en el mercado cambiario, lo cual implica que en todos los
otros mercados de la economía haya exceso de oferta. En el mercado de
bonos, los activos cotizan bajo y sube la tasa de interés, mientras que en el
mercado de dinero hay un exceso de oferta que genera elevada inflación. En la
economía real cae el PBI per cápita y se destruye empleo privado, lo impactando
negativamente en los salarios reales.
Con cepo Argentina tiene asegurado no volver a
crecer. El
Cepo es el primer “destructor” de la competitividad, que no es otra cosa
que la capacidad para hacer negocios, producir y ganar dinero. No se invierte (aumenta
la capacidad de producción) en países donde no se puede girar dividendos,
retirar utilidades y/o acceder a dólares para comprar insumos o bienes de
capital. Por esto, el levantamiento del
Cepo es la primera condición necesaria (no suficiente) para reconstituir competitividad y crecer.
Apertura
del Cepo: la apertura del Cepo no
es una tarea sencilla, ya que exige acabados conocimientos en economía monetaria,
tanto teórica como aplicada. Liberar el mercado de divisas con el actual sobrante
de pesos ($200.000 MM; 3.7% del PBI) y pocas reservas netas (¿usd10.000 MM a
fin de año?) conduciría a una fuerte devaluación con rápida traslación a
precios.
Para evitar
dicho escenario, antes de levantar el
Cepo hay que absorber con deuda del Tesoro (luego de un acuerdo con hold outs)
el sobrante de pesos. Sin sobrantes de pesos, la liberación del Cepo no
vendría acompañada de una fuerte devaluación (no hay pesos “de más” para “correr”
contra los dólares). Luego, hay que evitar que se vuelva a regenerar el sobrante
(emitir “de más”) de pesos, caso contrario la inflación no bajaría y no podría
haber estabilidad cambiaria con libre flotación. En este sentido, la apertura del Cepo hay que acompañarla
con una reforma monetaria que comienza con nueva Carta Orgánica para el BCRA estableciendo
como único objetivo mantener la inflación baja y estable.
La nueva política monetaria debe conducirse en base
a una regla que establezca un ancla nominal para evitar que se regenere el sobrante de pesos
(inflación futura). Dicha ancla nominal, establecida independientemente por
el BCRA, es una regla que fija el crecimiento de M1 (instrumento). Esta regla debe ser: i) eficiente
(minimizar la volatilidad de M1); ii) sencilla (fácil de entender); iii)
precisa (no hay dudas de que se sigue o no); iv) transparente (debe ser
anunciada para que el público la conozca y la incorpore en sus expectativas);
v) robusta (válida para cualquier modelo) y debe tener vi) mecanismos de
auditoría. Con estas características, la incertidumbre sobre la política
monetaria desaparece y tanto las expectativas como la inflación bajan,
favoreciendo al ahorro, inversión y crecimiento.
El levantamiento del Cepo sin
sobrante de pesos y con Reforma Monetaria permitiría que el tipo de cambio
buscara su
nivel equilibrio (bajo un sistema de precios relativos armonioso), lo cual
eliminaría el exceso de demanda en el mercado cambiario. Como contrapartida, se
cerrarían los excesos de oferta del resto de la economía y el nivel de
actividad repuntaría. La demanda de trabajo aumentaría y el salario real
mejoraría. Sintetizando, la apertura del
cepo sin sobrante de pesos y con reforma monetaria brindaría las condiciones
necesarias iniciales para pensar en tener chances de volver a crecer. Pero
falta más.
El Cepo no es lo único que destruye la
competitividad de sector privado argentino. La
competitividad, que no sólo es tipo de cambio, se ve negativamente
afectada por otros factores adicionales: des alineamiento entre la
productividad del trabajo y el salario real, presión impositiva record, elevado
nivel (baja calidad) del gasto público, alto riesgo país y costo de capital,
mala política monetaria con elevada inflación y falta de confianza. Todas
variables sobre las cuales se tiene “injerencia”. Del otro lado, la
competitividad también depende de la tasa internacional y de los términos de
intercambio (TI), pero no podemos “influir” sobre ellos. Dado que se espera que la tasa de interés
internacional suba y los TI empeoren, es imperioso actuar (“mejorar”) sobre las
otras variables.
A un
determinado tipo de cambio, la competitividad es menor cuanto mayor sea la
presión tributaria, el costo del capital y la inflación. ¿Por qué? Porque ese
tipo de cambio le “rinde” menos al sector privado que tiene que pagar más
impuestos, tasa de interés e impuesto inflacionario. Y si se tiene en cuenta
que los impuestos, la deuda y la inflación son las tres únicas fuentes de
financiamiento del Estado, se entiende que a
un tipo de cambio dado el sector privado de una economía es menos competitivo
cuanto mayor sea el peso del Estado.
Chile (0.93),
Perú (0.85), Colombia (0.98) y Uruguay (0.88) son más competitivos que Argentina (0.99) aún con un TCR (dólar) más
apreciado (barato), ya que pagan menos impuestos, menor costo del capital (tasa
de interés) y enfrentan mejores condiciones monetarias relativas (menos emisión
y menos inflación). Estos cuatro países tienen en
promedio un ratio gasto público / PBI (27.2%) y una presión tributaria (25.5%)
12.6 p.p. y 9.8 p.p. más baja que Argentina; respectivamente. Paralelamente,
enfrentan en promedio un costo de capital (4.24%) de menos de la mitad que Argentina
(10.6%). Su oferta monetaria (M2) crece al 7.9% mientras que la inflación asciende
al 5.3% promedio anual.
La competitividad no se arregla sólo devaluando. La apertura del Cepo debe ser acompañada con una reforma fiscal que baje la presión
tributaria y del ratio gasto / PBI para incrementar la competitividad del
sector privado y crecer. La reducción del gasto público en términos del PBI
debería focalizarse sobre los subsidios económicos (no sociales) para corregir
la distorsión de precios relativos, incentivar la inversión y apuntalar la
demanda agregada, lo cual permitiría bajar la presión tributaria. En el corto
plazo, el desequilibrio fiscal inicial se financia con endeudamiento, cuyo
costo sería muy inferior al actual debido a la normalización de la deuda (hold
outs) y la eliminación del cepo; es decir a la caída del riesgo país.
La baja de la inflación, de la tasa de interés y de
los impuestos genera un aumento del consumo y la inversión que más que compensa
la reducción del ratio gasto / PBI, que a final de cuentas es expansiva. En el mediano y largo plazo el sector público tiende al
equilibrio de la mano del resurgimiento del crecimiento económico, lo cual
genera más ahorro (financiamiento) doméstico, inversión y acumulación de
capital. Habría creación de empleo genuino y más productividad, permitiendo mayores
salarios reales, consumo, demanda agregada y crecimiento.
En síntesis, para volver a crecer y crear empleo hay que
aplicar un plan económico integral con apertura rápida del Cepo y reformas
monetarias y fiscales que tienen componentes, tanto de shock como graduales. El
acuerdo con los hold outs y la apertura del Cepo son políticas de shock fundamentales
para generar confianza. La reformas monetarias y fiscales se anuncian en forma
de shock peros sus efectos positivos son graduales generando credibilidad y
reputación; dos ingredientes fundamentales para el éxito de las políticas.
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