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viernes, 28 de marzo de 2014

PARITARIAS: ¿PAN PARA HOY HAMBRE PARA MAÑANA?

En este momento, el paro docente y su discusión salarial están en el centro de la escena política y fiscal en la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, la discusión de la actualización salarial en general pasará a estar en el centro del escenario macroeconómico nacional en abril y mayo. Su importancia es crucial.

La macroeconomía argentina está transitando una crisis cambiaria. El exceso de consumo (junto a la inconsistencia dinámica que hay entre la política fiscal, monetaria y cambiaria) se encuentra en el centro neurálgico del origen de la crisis cambiaria. La medida del exceso de consumo es el déficit de cuenta corriente del balance cambiario argentino, que ascendió a un resultado negativo de USD13.300 MM en 2013.

Ese déficit de cuenta corriente debería ser financiado con deuda, o sea con ingresos de dólares por cuenta de capital y financiera. Sin embargo, si el país no tiene acceso al financiamiento internacional y nadie le presta, el exceso de consumo es financiado con emisión monetaria. Dicho mecanismo de financiamiento no es genuino, ni sostenible. Tarde o temprano se traduce en exceso de oferta de pesos, caída de la demanda de dinero, inflación, expectativas de devaluación y corrida contra las reservas. Finalmente, el exceso de consumo termina siendo pagado con las reservas del BCRA.


El motor del gasto público fue en gran medida los subsidios económicos, principales responsables del deterioro del resultado fiscal. Además, estos subsidios aumentaron el ingreso disponible del sector privado fomentando el consumo privado, junto con la política de ingresos que propulsó incrementos salariales muy por encima de los aumentos de la productividad del trabajo y la inflación. 


En el gráfico 1 se observa como el modelo de expansión económica de 2006 / 2013 estuvo basado fundamentalmente en el sobre consumo público y en el exceso de consumo privado que, terminaron siendo financiado con reservas. Es decir, la pérdida de reservas es el termómetro del exceso de consumo y de la crisis cambiaria. 

Justamente, el sistema económico genera mecanismos automáticos que terminan disipando la crisis cambiaria: suba de precios y devaluación que licúan el exceso de gasto público y deterioran el poder adquisitivo de los salarios para moderar el consumo privado. El proceso de deterioro del poder adquisitivo del salario y del consumo privado ya está en curso. 


En la actualidad, el salario real cae y el consumo se reduce para contener la pérdida de reservas y minimizar la crisis cambiaria. Obviamente, los trabajadores no permanecen inmóviles y buscan preservar su salario real, procurando lograr ajustes salariales que restituyan el poder adquisitivo perdido. 

Teniendo en cuenta que la inflación interanual se ubica en torno al 35% anual (según IPC Congreso), es probable que las paritarias cierren en torno a un incremento promedio cercano al 30%. En el corto plazo, el ajuste salarial de las paritarias podría revitalizar el consumo privado por algunos meses. Este efecto se materializaría en el segundo trimestre y tal vez  julio, coincidiendo con el ingreso de dólares la soja. De esta manera, el nivel de actividad del segundo trimestre del año sería mejor que el de los primeros tres meses 2014. 


En ese marco, existe el riesgo que el gobierno envalentonado por la mejora circunstancial, vuelva a acelerar la tasa de crecimiento del gasto y de la emisión monetaria, lo que probablemente terminaría disparando otro proceso de ajuste automático del sistema vía aceleración de la inflación y devaluación en el segundo semestre de 2014. De modo que las paritarias terminarían siendo “pan para hoy, hambre para mañana”. 

  


  

LA REDUCCIÓN DE LOS SUBSIDIOS NO CUMPLE SU OBJETIVO. POSITIVO LO DEL PBI

En el día de ayer el gobierno nacional anunció un recorte de la ayuda estatal para el caso de las tarifas de gas y agua, lo cual implica que los privados deberán pagar más por esos servicios. La reducción de los subsidios se aplicará en tres etapas, la primera en abril y luego en junio y agosto próximo.  
La reducción porcentual del subsidio de agua es mayor que la quita del subsidio en gas, por lo que el incremento porcentual en las facturas bimestrales que los privados deberán afrontar será mayor en el agua que en el gas. Más allá del incremento en las facturas, el impacto inflacionario directo de la baja de los subsidios es mayor en el caso del gas que del agua, ya que el peso relativo del gas (0.9%) es mayor que el del agua (0.6%) dentro del nuevo IPC NU del INDEC.

En el caso del gas, la quita porcentual de los subsidios será desde un 17% a un 80% y su magnitud dependerá de la categoría de consumidor, es decir de la magnitud del consumo. A mayor consumo de gas, mayor quita de subsidio; y por ende mayor encarecimiento de la factura de gas que pagan los privados.  Puntualmente, el aumento de la parte de la factura de gas pagada por el privado debido a la reducción del subsidio va desde 100% (20% de quita de subsidio) a 262% (80% quita de subsidio).



En este marco, el incremento total promedio de la factura pagada por los privados una vez que se apliquen los tres tramos de quita de subsidios (abril, mayo y junio) asciende a 185% (ver gráfico 1).
Por el lado del agua, los clientes de AySA deberán afrontar un recorte del subsidio que, luego de las tres etapas, ascenderá a un total  de 30% (barrial); 60% (media) u 80% (alta) según sea categoría. En cada caso, el aumento total que los privados deberán afrontar en sus facturas ascenderá a 170%; 300% y 406%; respectivamente. 


El impacto inflacionario de esta quita de subsidios y suba de tarifa directamente afrontada por los privados será bajo, ya que el peso relativo del gas y del agua dentro de la estructura de ponderaciones del índice de precios al consumidor es bajo. De acuerdo con nuestras estimaciones, el impacto inflacionario directo ascendería a 1.5% en el IPC UN del INDEC y a 3.1% según el IPC de CABA.

Ahora bien, más allá de su impacto inflacionario, la quita de subsidios es una medida que el gobierno adopta por necesidad no por convencimiento. El gobierno pretendía que  la quita de subsidios fuera adoptada por la próxima administración, pero la crisis cambiaria adelantó los tiempos y obligó anticipar la medida para quitarle presión al déficit fiscal y a la potencial presión que podría resurgir sobre las reservas. 

En este contexto la pregunta clave es: ¿Alcanza este nivel de quita de subsidios? De acuerdo con nuestro análisis, el nivel de quita de subsidios anunciados es totalmente insuficiente para lograr atemperar los problemas fiscales existentes, la potencial futura nueva presión sobre las reservas y aventar las posibilidades de resurgimiento de crisis cambiaria.

Según nuestras estimaciones, la reducción de subsidios al gas y al agua generaría un ahorro fiscal de entre $9.000 y $10.000 millones, lo cual es alrededor del 7% del gasto total en subsidios en económicos; que ascendieron a un monto total de $130.000 MM en 2013.

Es decir, la reducción de los subsidios al gas y al agua tiene dos caras; una positiva y otra negativa. La positiva es que su impacto inflacionario no es significativo. La negativa es que la reducción de los subsidios es mucho menor de la que debería ser; y por ende no sirve para cumplir su principal objetivo de ayudar a resolver la actual crisis cambiaria. 

Es más, si lo que se ahorra en gas y agua es reasignado en forma total hacia  la AUH no hay ahorro fiscal y por ende, desde el lado fiscal no se contribuiría en absoluto a reducir la potencial presión sobre las reservas y el eventual resurgimiento de la crisis cambiaria en el segundo semestre.  Eso sí, hay que mencionar que desde el punto de vista distributivo, reasignar recursos desde los subsidios en gas y agua hacia la AUH es positivo, ya que se dejan de gastar recursos fiscales en los que “más tienen” para reasignarlos hacia los que “menos tienen”.

Lo que sí realmente es positivo es el crecimiento económico (3%) anunciado en 2013. El gobierno anunció que la tasa de crecimiento del PBI en 2013 fue 3%, lo cual no habilitará el pago del cupón PBI en diciembre 2014, permitiendo un ahorro fiscal de aproximadamente USD3.000 MM este año.

Desde nuestro punto de vista, este anuncio es muy positivo porque, a diferencia de lo que sucede con la insuficiente rebaja de subsidios, sí contribuye en forma importante a quitarle presión a la potencial presión sobre las reservas y la vuelta de la crisis cambiaria en la segunda mitad del año. En este sentido, sólo basta mencionar que el ahorro del pago del cupón del PBI representa el 11% del stock total de reservas del BCRA.

En síntesis, la reducción de los subsidios no cumple con su principal objetivo que es reducir la probabilidad que resurja la crisis cambiaria en el segundo semestre de 2014. No lo cumple porque se necesita una rebaja de subsidios muy superior para minimizar la probabilidad de crisis cambiaria. Es más, en el extremo, los subsidios muy probablemente no se reduzcan nada y por ende la probabilidad de crisis continuará siendo significativa. Eso sí, en caso de crisis cambiaria, el no pago de cupón de PBI es positivo porque asegura disminuir en USD3.000 millones la presión sobre las reservas en ese escenario. 

lunes, 17 de marzo de 2014

PARITARIAS, DEVALUACIÓN, INFLACIÓN Y CRECIMIENTO (Nota publicada en Diario Perfil el sábado 15 de marzo 2014)

Desde 2003, el ingreso de los trabajadores se incrementó más que la inflación y el ritmo de devaluación, generando un aumento de su poder adquisitivo y del salario en dólares. En 2003/ 2010 el salario nominal creció a un ritmo promedio anual de 18.5%, permitiendo que en agosto’10 se alcanzara los niveles previos a la devaluación de 2002.

La política gubernamental de ingresos tuvo un perfil netamente keynesiano, porque estimuló el ingreso disponible buscando potenciar el consumo privado que, junto a un mayor gasto público, estimulan la demanda y el crecimiento económico, generando (más tarde) mayor inversión y más crecimiento económico.Según esta óptica, el consumo es la variable clave y el ahorro la variable nociva. De acuerdo con esta concepción, el sentido de la causalidad es desde el crecimiento hacia la inversión; y no en el sentido contrario.

La política de ingresos que aplicó el gobierno es adecuada sólo en el corto plazo y en contextos de alto desempleo como en 2003/2005. Por el contrario, la política de ingresos K no es sostenible en el largo plazo. Según marca la teoría, en el largo plazo los aumentos salariales deben estar en línea con el crecimiento de la productividad marginal del trabajo, caso contrario generan desequilibrios macroeconómicos que atentan contra el crecimiento de largo plazo.

La administración K despreció a la ciencia económica y en 2010/2011 el salario en dólares y en términos reales siguió expandiéndose hasta superar holgadamente los niveles del 2001, lo cual alentó fuertemente el consumo y el nivel de actividad (también la inflación), resultando clave para que ganar las elecciones presidenciales con el 54% en octubre 2011. Lo mismo se hizo en 2012 y también se intentó en 2013.

Sin embargo, el aumento record del salario en 2010/2013 no fue acompañado por incrementos similares de capital físico, humano y tecnológico, lo cual generó fuertes desequilibrios macroeconómicos entre los cuales hay que destacar el déficit de cuenta corriente (exceso de consumo), la fuga de capitales y el cepo cambiario luego de las elecciones. Todos desequilibrios cambiarios que condicionaron negativamente los resultados macroeconómicos del segundo mandato de CFK; inclusive hasta generar  la actual crisis cambiaria.

De hecho, sin aumentos equivalentes de la productividad del trabajo y sin acceso a los mercados de financiamiento internacional, los incrementos salariales en dólares de 2010/ 2013 fueron financiados con pérdidas de reservas, convirtiéndose en una de las razones que explican la actual crisis cambiaria de 2014.La relación causal entre los elevados sueldos en dólares (mayores a la productividad marginal de trabajo) y la crisis cambiaria queda demostrada al ajustar los salarios por dólar BLUE. El salario en dólares BLUE está en los niveles previos a los aumentos de 2010 cuando los ajustes salariales comenzaron a estar totalmente disociados de la productividad marginal del trabajo. Este comportamiento demuestra dos fenómenos. Primero, que el aumento de salarios por encima de la productividad del trabajo no puede mantenerse en el tiempo. Segundo, que los aumentos por encima de la productividad del trabajo y la crisis cambiaria están íntimamente ligados. De hecho, el dólar paralelo tendería a corregir ambos fenómenos: el sobre aumento del salario en dólares y la crisis cambiaria.

Depreciación del tipo de cambio (actual y futura), inflación (actual y futura) y salarios creciendo por detrás de dichas variables nominales (el salario en dólares cayó -3%, -12% y -20% los últimos 3 meses), son parte del mismo proceso de ajuste que difícilmente podrá ser evitado: corregir a la baja el exceso de consumo para eliminar los desequilibrios de cuenta corriente y balanza de pagos.

Este proceso de ajuste que ya está en curso es responsabilidad del gobierno, que cometió el grosero error de intentar construir una estrategia de crecimiento basándose en la estimulación del consumo presente, lo cual penalizó el ahorro, desincentivó la inversión, desalentó la acumulación de capital y la creación de nuevos puestos de trabajo. En otras palabras, el gobierno sacrificó consumo y crecimiento futuro a cambio de consumo y crecimiento presente.

El gobierno hizo todo al revés de lo recomendado por la ciencia económica, cuya principal preocupación es el crecimiento económico de largo plazo. Según la teoría del crecimiento de largo plazo, el PBI per cápita es un buen indicador del nivel de vida de una población, que mejora si y sólo si el PBI crece siempre y sostenidamente más que la población. 

¿Cuál es la variable clave para el crecimiento de largo plazo? En el modelo neoclásico el crecimiento económico de largo plazo depende positivamente de la cantidad del trabajo, del capital (maquinaria, instalaciones, etc.) y la tecnología. Suponiendo la mano de obra exógena y dada, el crecimiento económico se produce básicamente por la acumulación de capital y la tecnología que dependen positivamente de la inversión y del (financiamiento) ahorro. Dejando de lado la conclusión neoclásica de crecimiento estacionario, más ahorro implica más inversión y mayor crecimiento de largo plazo. Es decir, el ahorro y la inversión están por delante del crecimiento económico.

La tasa de interés real positiva favorece el crecimiento económico de largo plazo, porque fomenta el ahorro y brinda financiamiento creciente a la inversión.  Una mayor tasa de interés implica posponer consumo presente hacia el futuro, lo cual está en sintonía con una mayor inversión presente para poder (producir) consumir más en el futuro. Concretamente, el consumo presente es nocivo para el crecimiento de largo plazo, porque desincentiva el ahorro y la inversión.

En la década del ‘80 surgieron los modelos de crecimiento endógeno que demuestran que las políticas que conducen a una mayor apertura económica, competencia, cambio e innovación fomentan el crecimiento de largo plazo. Por el contrario, se demuestra que las políticas con sesgos restrictivos al comercio, así como las que procuren la protección o el favorecimiento de industrias o empresas, disminuyen el crecimiento perjudicando a toda la sociedad en el largo plazo. Todo al revés de lo que hizo la administración K.

A modo de conclusión, las crisis cambiarias, las fuertes y abruptas devaluaciones, la inflación y la pérdida del poder adquisitivo del salario son ajustes de corto plazo que son consecuencia del descalabro de las políticas fiscales, monetarias y de ingresos que aplican los gobiernos. El hecho que estos procesos ocurran en forma repetitiva muestra que los gobiernos argentinos, a diferencia de los de la región, no aprenden la lección. La consecuencia es aún más grave, se penaliza el crecimiento de largo y se hipoteca el nivel de vida actual y futuro. Los datos respaldan esta afirmación. Entre 1980 y 2014 el PBI per cápita en dólares de Argentina aumentó 57% punta a punta, a una tasa promedio de 1.3% anual. En promedio y en el mismo período, en otros siete países de la región el PBI per cápita aumentó +447% a una tasa promedio de 5% anual.


El ajuste está en curso y recién acaba de empezar. Las paritarias en general y el paro docente en particular están en el centro de la discusión económica. Será una problemática recurrente, que volverá sistemáticamente a medida que el ajuste se vaya ejecutando. No debería ser sorpresa para un gobierno que siempre utilizó la política de ingresos como pilar del crecimiento económico.

lunes, 10 de marzo de 2014

Desgraciadamente, el salario va a aumentar menos que la inflación y el dólar.

Desde la salida de la convertibilidad nuestra economía atravesó una marcada recuperación del empleo y sobre todo del nivel de los salarios. El ingreso de los trabajadores se fue incrementando por encima del aumento de precios e incluso por encima de la devaluación, generando un incremento del poder adquisitivo y del salario medido en dólares. Esta estrategia buscó potenciar el ingreso disponible para estimular el consumo privado y el crecimiento económico del período.

Hubo una estrategia de aumento del salario en dólares que procuraba obtener votos para alcanzar victorias electorales y, sobretodo, ganar las últimas elecciones presidenciales. Sin embargo, esta estrategia económico electoral generó fuertes desequilibrios en la economía que no fueron gratis. Por el contrario, tuvieron altos costos que hipotecaron todo el segundo período de CFK; inclusive hasta generar  la actual crisis cambiaria.

El aumento del salario por encima de la devaluación y la inflación potenciaba el consumo privado, la demanda agregada y el crecimiento económico de corto plazo, perjudicando la competitividad de los sectores productores, la formación de nuevo capital físico y el crecimiento de largo plazo. La madre del problema es que  el aumento salarial no fue acompañado de un aumento similar de la productividad del trabajo, nuestro país no logró incrementar el crecimiento potencial o de largo plazo.

Esta estrategia económica penalizó el ahorro, desincentivó la inversión, desalentó la acumulación de capital y la creación de nuevos puestos de trabajo. En otras palabras, esta estrategia sacrificó consumo y crecimiento estables en el futuro a cambio de consumo y crecimiento presente. Hoy en día se ven las negativas consecuencias: falta de generación de empleo y bajo crecimiento. 

Hoy en día, nuestra economía comienza a ajustar con un salario que empieza a expandirse por debajo de la inflación, de la tasa de devaluación e incluso de la tasa de interés. La caída del ingreso de los trabajadores es la manifestación de que este ajuste está corrigiendo el aumento salarial desmedido de los años anteriores que alcanzó niveles muy superiores a la productividad marginal del capital.

Entre 2003 y 2010 el salario en dólares mostró una fuerte recuperación, alcanzando los niveles previos a la devaluación de 2002 recién en agosto/septiembre de 2010. Durante estos años la economía creció a una tasa promedio anual del 8.5% (excluyendo el 2009) y el salario nominal (en pesos) presentó un avance promedio anual del 18.5%.

Entre mediados de 2010 y fines de 2011, el salario en dólares siguió expandiéndose hasta superar holgadamente los niveles del 2001, lo cual alentó fuertemente el consumo y el nivel de actividad, resultando clave para que el gobierno obtuviera el 54% de los votos en las Presidenciales de octubre de 2011.

El aumento del salario en dólares hasta niveles nunca observados en la historia argentina que tuvo lugar en 2010/2011 no fue acompañado por incrementos similares de capital físico, humano y de la tecnología, lo cual generó fuertes desequilibrios macroeconómicos entre los cuales hay que destacar el déficit de cuenta corriente (exceso de consumo), el desequilibrio cambiario, la fuga de capitales y el cepo cambiario luego de las elecciones. De hecho, sin aumentos equivalentes de la productividad del trabajo y sin acceso a los mercados de financiamiento internacional, los incrementos salariales en dólares de 2010 / 2013 fueron financiados con pérdidas de reservas del BCRA.



Es decir, los incrementos de los sueldos en dólares por encima de la productividad del trabajo (2010/2013) son una de las razones que explican la crisis cambiaria que enfrenta actualmente Argentina en 2014. La relación causal entre los elevados sueldos en dólares mayores a la productividad marginal de trabajo y la crisis cambiaria se demuestra en el gráfico de arriba. 

Al ajustar los salarios por el dólar BLUE, se observa que en la actualidad el salario en dólares estaría en los niveles previos a los aumentos acontecidos a partir de 2010, cuando los ajustes salariales comenzaron a estar totalmente disociados de la productividad marginal del trabajo. Este comportamiento demuestra dos fenómenos. Primero, que el aumento de salarios en dólares por encima de la productividad del trabajo no puede mantenerse en el tiempo. Segundo, que el aumento de salarios en  dólares por encima de la productividad del trabajo y la crisis cambiaria están íntimamente ligados. De hecho, el dólar paralelo tiende a corregir ambos fenómenos; el sobre aumento del salario en dólares y la crisis cambiaria.


El sistema económico comienza a corregir el sobre aumento del salario, que empieza a actualizarse por detrás del resto de las variables nominales de la economía, como la inflación y el tipo de cambio. En concreto, en diciembre de 2013 el salario en dólares mostró una caída del 3% aproximadamente. En efecto, si bien aún no tenemos datos sobre el salario promedio de enero y febrero de 2014, la devaluación del primer bimestre del año (24% en los dos meses) habría generado un shock recesivo sobre el salario medido en moneda extranjera. Según nuestras estimaciones, el salario en dólares habría mostrado una caída interanual del 12% y del 20% en enero y febrero respectivamente; que lo dejaría en los niveles de abril de 2011.


Presenciamos una caída del salario en dólares y una caída del salario contra la inflación. Al caer el salario real se reduce el consumo, se ameseta el nivel de actividad y se ajusta el déficit de cuenta corriente que no tiene fuentes de financiamiento que no sea la pérdida de reservas.  En síntesis, la caída del salario en dólares en particular y en términos reales en general corrige a la baja el exceso de consumo para eliminar los desequilibrios de cuenta corriente, balanza de pagos y macroeconómicos en general. 

La reducción del salario en dólares y en términos reales no es un comportamiento positivo en sí. Por el contrario, cuánto más desarrollado tiende a ser un país, más elevado es su salario en dólares y mayor su poder adquisitivo. Es decir, en términos conceptuales es bueno que una economía tenga salarios en dólares y reales elevados. Sin embargo, los problemas surgen cuando salario comienza a estar disociado de la productividad marginal del trabajo.  En este sentido, hay que dejar en claro que los aumentos salariales por encima del incremento de la productividad marginal del trabajo son fuentes de desequilibrio macroeconómico y por ende, no son sustentables en el mediano y largo plazo.

Los aumentos salariales por encima del incremento de la productividad marginal del trabajo son “pan” para hoy y “hambre” para mañana, ya que conducirán a un ajuste hacia la baja tanto en el mercado de trabajo como en toda la macroeconomía. El salario irremediablemente terminará reduciéndose vía inflación y devaluación hasta volver a converger a su punto de equilibrio que es la productividad marginal del trabajo. El problema es que este proceso es costoso, tanto en términos de puestos de trabajo, como de poder adquisitivo y bienestar general. El ajuste del salario hacia la baja hasta converger con su productividad marginal implica un “volver a empezar, pero desde un escalón más abajo”. Ya nos pasó varias veces. Pareciera que nunca aprendimos la lección.