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lunes, 30 de diciembre de 2013

Un 2014 peor que 2013. La Clave sería revertir las expectativas negativas

Todo se mueve para que las expectativas negativas recrudezcan.

El cierre de 2013 se presenta diferente a sus comienzos. En la actualidad el escenario económico es más negativo que a comienzos de año. Hace doce meses atrás se sabía que el 2013 iba a ser mejor que el 2012. Por el contrario, hoy se sabe que el 2014 va a ser peor que el 2013. La macro de los próximos 12 meses se va a parecer mucho más a la de 2012 que a la de este año que termina (2013).  

La tasa de crecimiento del PBI de 2014 (+1.8%) será más débil que la de 2013 (+3.0%), la inflación más alta (32.5%), el ritmo de devaluación (+30%/35%) más acelerado, el déficit fiscal y las necesidades de financiamiento del sector público más elevadas. También habrá mayor emisión del BCRA y seguramente el comportamiento del mercado laboral será aún más débil.

Los problemas macro económicos que el gobierno tiene que resolver en el cortísimo plazo son su propio invento. El aumento de inflación, la caída (acelerada) de las reservas, el aumento del dólar paralelo y la brecha son el proceso de ajuste de las políticas aplicadas durante todos estos años. Si no se cambian las políticas y no se atacan los problemas de fondo, no es esperable que las principales variables macro cambien de trayectoria. Mientras nada cambie, el crecimiento seguirá debilitándose, la inflación acelerándose y el dólar paralelo subiendo.

¿Cómo se ataca el problema macro? No hay que hacer una sólo cosa, sino varias y todas al mismo tiempo. Hay que actuar en la esfera fiscal, monetaria, cambiaria y, al mismo tiempo, modificar la política de financiamiento, abandonando la actual política oficial de desendeudamiento que paga deuda con reservas. Hay que retornar lo más rápido posible a los mercados internacionales de crédito. En este sentido, la reciente emisión de deuda de YPF ha sido una señal positiva.

Hay que tomar medidas de fondo rápidamente; y sobretodo actuar sobre las expectativas para revertir su sesgo negativo. Hay que tomar medidas urgentes para que las expectativas dejen de ser cada vez más negativas y empiecen a mejorar. 

Primero, hay que bajar la dominancia (déficit) fiscal y dejar de depreciar el tipo de cambio oficial en forma acelerada. Por el lado fiscal,  los aumentos salariales a las fuerzas de seguridad en las provincias pre anuncian un deterioro fiscal significativo en 2014. De hecho, las necesidades financieras totales del sector público (Nación + Provincias) podrían pasar de 5.4% (2013) a 6.8%/7.1% (sin aumento evasión) ó 8.5%/9.2% (con aumento evasión) del PBI en 2014. Dado que una importante porción de este aumento será financiado con más emisión del BCRA, es esperable que la gente descuente más emisión en 2014.

La previsibilidad es el principal error de la política cambiaria actual. Todo el mundo sabe que el peso se está devaluando aceleradamente contra el dólar; y eso es un error. La actual aceleración sostenida y previsible del dólar oficial incentiva adelantar importaciones y postergar exportaciones, lo cual atenta contra el balance cambiario y no sería positivo para el comportamiento de mediano plazo de las reservas.

En un escenario en el cual el gobierno acelera el tipo de cambio oficial y crece el déficit fiscal, las expectativas de emisión monetaria aumentan. La gente sabe que el BCRA va a emitir más cuanto mayor sea el déficit fiscal y más se deprecie el tipo de cambio (por cada dólar que un exportador sojero “traiga", el BCRA más pesos le dará a cambio). 

No alcanza con el tipo la política fiscal y la política cambiaria para cambiar las expectativas. El BCRA tiene que crear instrumentos financieros en pesos con rendimientos positivos para apuntalar la demanda de dinero y reducir las expectativas de inflación y devaluación. 

El BCRA tiene que subir la tasa. Sin embargo, la suba de la tasa no puede darse de cualquier forma, sino que tiene que ser acompañada por una disminución de la dominancia fiscal, un cambio de política cambiaria y acciones tendientes a lograr la vuelta a los mercados de capitales. Sin embargo, nada esto sucede. 

En este escenario sin cambios, la gente está esperando que en 2014 se emita todavía más que en 2013, por ende sus expectativas de inflación crecen. La suba de las expectativas de inflación impacta directamente en la inflación, acelerando su tasa de crecimiento. De hecho, las expectativas de inflación medidas por la UTDT han subido notoriamente en el último relevamiento de diciembre 2013. Con la suba de las expectativas de inflación, se acelera la inflación observada.


Con más pesos en el mercado y con un incremento de la relación pesos / reservas, las expectativas de inflación y depreciación aumentan para 2014. En este escenario, la dinámica de las principales variables macroeconómicas continuaría su curso de los últimos meses. La inflación se aceleraría, el dólar paralelo y su brecha subirían y el crecimiento económico continuaría debilitándose en 2014.  Los números del PBI del tercer trimestre 2013 ya muestran el menor nivel de actividad y pre anuncian un 2014 con menor crecimiento que 2013.

¿Por qué se el nivel de actividad se reducirá en 2014? Porque las variables (20% de aumento de la cosecha en relación a 2012, buen nivel de ventas de autos al mercado doméstico y a Brasil y el repunte de la Construcción) que explicaron la mejora del nivel de actividad en 2013 tendrán mucho menos fuerza en 2014.

Con precios promedios menores y cantidades posiblemente más bajas, el aporte de la cosecha al crecimiento sería inferior en 2014. Por su parte, las expectativas de crecimiento de Brasil no superan el 2,5% para el año próximo, previéndose menor dinamismo de nuestras exportaciones, sobretodo de la industria automotriz. Es decir, el mercado automotor doméstico también sería menos dinámico; de hecho ya lo está siendo. La industria automotor pasó del 38% (abril’13) / 30% (mayo’13) al 5.1% (septiembre’13) y -3.1% (octubre’13) interanual. Es más, el nuevo impuesto muy probablemente impactará negativamente en el sector.

La construcción también será menos dinámica. Primero, porque la obra pública, perdería fuerza en relación a 2013. Segundo, las obras privadas perderán dinamismo como consecuencia de los efectos del mercado cambiario, ya que durante este año el dólar paralelo y la brecha cambiaria jugaron a favor de la Construcción. Justamente, el “abaratamiento” del costo de construir a un dólar de $ 10 conjuntamente con las tasas de interés reales (ajustadas por inflación) negativas son las que  hacen que la gente venda (en parte) dólares para financiar construir, lo cual alimentó el dinamismo del sector este año. El cepo al dólar encareció un 39% el precio del metro cuadrado en términos de sueldo, afectando negativamente la actividad inmobiliaria. Paralelamente, tampoco hay crédito hipotecario. En este marco, las operaciones inmobiliarias se reducen un -33% en 2013. De acuerdo con nuestro análisis y proyecciones, el dólar paralelo y la brecha cambiaria aumentarían en 2014 y por ende el mercado inmobiliario no se recuperaría, lo cual quitaría dinamismo a la Construcción privada. Menos obra privada y menos obra pública se traducen en un enfriamiento de todo el sector, que en 2014 crecería menos que en 2013. En 2014 habría menos Construcción, menos industria automotriz, menos Brasil y menos soja,  por lo que la tasa de crecimiento de 2014 (1.8%) sería más baja que la de 2013 (3.0%).


En síntesis, sin un cambio profundo de políticas económicas (fiscal, monetaria, cambiaria y de financiamiento), que modifiquen radicalmente las expectativas, sería un error esperar una mejora del escenario macro económico en 2014. Por el contrario, el crecimiento seguirá debilitándose, el mercado laboral resintiéndose, la inflación acelerándose y el dólar paralelo subiendo.

viernes, 20 de diciembre de 2013

El gobierno tiene que tomar muchas medidas juntas; y no aplica ni una sola de ellas.

El gobierno tiene un problema macroeconómico de cortísimo plazo a resolver: la aceleración de la inflación, los problemas cambiarios y la pérdida de reservas. Sin embargo, la inflación, los problemas cambiarios y la pérdida de reservas son sólo consecuencias y no el centro neurálgico del problema. La inflación, el dólar paralelo, la brecha cambiaria y la pérdida de reservas son el proceso de ajuste que emana las actuales políticas, aplicadas hace años, que destruyen las señales de precios y distorsionan los precios relativos.

La actual dinámica macroeconómica de la inflación, las reservas, el dólar paralelo y la brecha cambiaria pueden cesar en forma sustentable sólo si ataca el origen de los problemas.

La distorsión de precios relativos y la dominancia fiscal son los principales problemas estructurales detrás de los desequilibrios macroeconómicos actuales. Igualmente, la distorsión de precios relativos está relacionada con la dominancia fiscal, ya que los subsidios son el germen de ambas cosas, de la distorsión de precios relativos y de la dominancia fiscal. Los Subsidios aumentaron 38 veces entre 2005 y 2013, pasando de 0% a casi 5% del PBI entre 2005 y 2013. En la actualidad, aproximadamente el 88% de los subsidios corresponden a energía y transporte. Los subsidios equivalen a todo el deterioro fiscal de Nación (bien medido) y explican todo el exceso de pesos que el BCRA emite “de más” para asistir el Tesoro.  

¿Cómo se ataca el origen de los problemas? La aceleración de la inflación, la problemática cambiaria y la pérdida de reservas son problemas de cortísimo plazo y los resultados de las medidas a tomar sólo se plasman en un horizonte temporal más largo. No hay que hacer una sólo cosa, sino varias y todas al mismo tiempo. Hay que actuar en lo fiscal, en lo monetario, en lo cambiario y en el acceso al crédito para poder volver a los mercados internacionales de crédito a una tasa todavía más baja que la de la última emisión de YPF. 

Hay que tomar medidas de fondo rápidamente y sobretodo actuar sobre las expectativas para revertir su sesgo negativo.

Primero y principal hay que bajar la dominancia fiscal y disminuir los subsidios. Debe haber un cambio en el sesgo de la política fiscal y el sector público tiene que ir disminuyendo su déficit hasta volver acumular superávit primario. En CABA y GBA hay que subir las tarifas de gas y luz para que la gente que puede pagar, pague tarifas “normales” de luz y gas.  

Desde lo monetario, el BCRA debe dejar de lado su política de tasas de interés negativas en términos reales. El BCRA tiene que actuar para frenar la pérdida de reservas. El BCRA debe subir la tasa. Pero no puede subir la tasa de cualquier forma.

La suba de la tasa de interés debe aplicarse con una disminución de la dominancia fiscal, un cambio de política cambiaria y acciones tendientes a lograr la vuelta a los mercados de capitales. 
La suba aplicada aisladamente no sirve. La suba de tasas debe estar combinada con la reducción del gasto público en términos del PBI. Esta reducción del gasto es necesaria e imprescindible para evitar que los pesos que el BCRA retira del mercado por una “ventana” vuelvan a la economía por otra “ventana”.
Si nada cambia en materia fiscal, cambiaria y en política de financiamiento, la suba aislada de la tasa de interés podría tornarse negativa.

La suba de la tasa de interés debe ser suave; es decir la tasa de interés no debe subirse bruscamente en 1; 2 ó 3 semanas, ya que podría afectar negativamente el financiamiento del capital de trabajo en el corto plazo. Un salto abrupto de la tasa provocaría una venta masiva de activos financieros que  en su mayoría están destinados a financiar al sector privado. Es decir, se incrementaría abruptamente la tasa de financiamiento del sector corporativo de corto plazo lo cual sería nocivo.

Sin embargo, el BCRA debería mostrar sus intenciones de crear en algunos meses  instrumentos financieros en pesos con rendimientos positivos, de manera de fortalecer la demanda de pesos para bajar las expectativas de inflación y de devaluación; y así quitarle genuinamente presión al dólar paralelo que fue el activo de mayor rendimiento desde que se puso el cepo. 

Al mismo tiempo, el BCRA debería modificar su actual política cambiaria con el dólar oficial. Es un error lo que se está haciendo con el dólar oficial. La previsibilidad es el principal error de la política cambiaria devaluatoria actual. Todo el mundo sabe que el peso se está devaluando aceleradamente contra el dólar; Y eso es un error. La actual aceleración sostenida y previsible del dólar oficial incentiva adelantar importaciones y postergar exportaciones, lo cual atenta contra el balance cambiario.  



LAS NECESIDADES FINANCIERAS TOTALES PODRÌAN PASAR DE 5.4% (2013) A 6.8%/7.1% (SIN AUMENTO EVASIÓN) Ó 8.5%/9.2% (CON AUMENTO EVASIÓN) DEL PBI EN 2014.

Los aumentos salariales a las fuerzas de seguridad en el interior, así como los recientes conflictos sociales modifican el escenario fiscal y por ende también el económico de 2014. Las subas salariales a las fuerzas de seguridad provinciales se trasladan al resto de la planta pública provincial. Finalmente, los aumentos salariales afectan el resultado primario, el déficit fiscal y las necesidades financieras del sector público provincial (SPP). 

El impacto es directo es simple de entender, cuanto más subas salariales otorguen los gobernadores, mayor será el déficit en las provincias y por ende mayor sus necesidades financieras (dinero que tienen que “conseguir” para pagar sus déficits fiscales más sus obligaciones de deuda).A su vez, los efectos de la suba de los salarios en las provincias se derraman al Estado Nacional (SPN), en el cual los incrementos de sueldos y jubilaciones también serán mayores a lo originalmente previsto, por lo cual el déficit y las necesidades financieras del SPN terminarán siendo más elevadas que lo originalmente proyectado.

En un marco sin acceso al crédito internacional y en el cual el sesgo de las políticas fiscales y monetarias continúan sin cambios, el incremento del déficit fiscal y las necesidades financieras deberán ser financiados, al igual que todos estos últimos años, mayormente con emisión monetaria del BCRA.  En este escenario, podría surgir otro riesgo:  un aumento de la evasión fiscal. 

Tanto la evidencia empírica como la teoría económica (efecto Olivera Tanzi) muestran que en escenarios de débil crecimiento, alta presión tributaria y elevada inflación existe la probabilidad que los consumidores comiencen a financiarse (en parte) contra el fisco, reduciéndose la tasa de crecimiento de la recaudación y los ingresos fiscales.

Si los consumidores comenzarán a financiarse contra el fisco, el déficit fiscal y las necesidades financieras del sector público consolidado (Nación + Provincias) serían mayores, ejerciendo mayor presión sobre el BCRA. Con aumento de evasión y sin financiamiento, el BCRA debería emitir más y por ende las presiones macroeconómicas sobre la inflación y el mercado cambiario aumentarían.

En este marco, presentamos un ejercicio con tres escenarios alternativos. Un escenario base con aumentos salariales  del 26%, que era nuestro marco analítico previo al aumento salarial a las fuerzas de seguridad provinciales. De acuerdo con nuestro análisis, este marco no terminaría teniendo lugar en 2014. Sin embargo, su utilización es clave para comprender el impacto fiscal y macroeconómico que podrían tener los últimos acontecimientos. Luego presentamos dos escenarios alternativos. El escenario 2 con incrementos salariales del 30% y el escenario 3 con subas del 35%. Todos los escenarios los analizamos sin y con aumento de la evasión.

De acuerdo con nuestras estimaciones realizadas en el ejercicio, las necesidades financieras del Sector Público Consolidado aumentarían de 5.4% (2013) a un marco de entre 6.8% y 7.1% del PBI en 2014. El 6.8% tendría lugar si el aumento salarial fuera del 30%. El 7.1% se daría si hubiese un incremento del 35%. 

Si finalmente terminara dándose el efecto Olivera Tanzi y los consumidores comenzarán a financiarse contra el fisco aumentando la evasión, con un crecimiento de los ingresos fiscales en torno a 28% interanual, las necesidades financieras totales treparían hasta 8.5%/9.2% del PBI. El 8.5% con salarios creciendo al 30% y el 9.2% con sueldos aumentando al 35%. 



lunes, 16 de diciembre de 2013

El Gobierno choca la Calesita y cada vez estamos peor. Cómo se cambia?

El trauma macroeconómico actual está caracterizado fundamentalmente por una fuerte inflación, los problemas cambiarios y la caída de las reservas. Sin embargo, la inflación, los problemas cambiarios y la pérdida de reservas son sólo consecuencias y no el centro neurálgico del problema. En términos médicos, la fiebre, falta de apetito y la tos son los síntomas de la tuberculosis, que es real problema. Se puede dar jarabe para la tos y la fiebre, pero si no se ataca a la infección de la tuberculosis, los síntomas ya existentes no sólo se agravarán, sino que indefectiblemente aparecerán nuevos síntomas: pérdida de peso, tos con sangre, pérdida de peso, etc. 

La distorsión de precios relativos es el principal problema estructural detrás de los desequilibrios macroeconómicos actuales. Los subsidios y la política de precios regulados abarataron en forma exagerada un conjunto de bienes y servicios, lo cual generó por un lado una sobre expansión del consumo  y por el otro desestimuló la inversión. En este marco, se generaron altas tasas de crecimiento con aceleración inflacionaria y desabastecimiento.


El gobierno “compró” el alto crecimiento económico entendiendo que fue resultado de la política de subsidios, que brindó poder adquisitivo a los consumidores y competitividad a las empresas. De hecho, esta es la visión  del nuevo Ministro de Economía según sus propias declaraciones del fin de semana pasado. En este marco, intensificó la política de subsidios y de ingresos para generar más sobre consumo y más crecimiento. Los Subsidios aumentaron 38 veces, pasando de $3.300 MM (2005) a $130.000 MM (2013). En términos del producto, los subsidios aumentaron de 0% a 5% del PBI entre 2005 y 2013. En la actualidad, aproximadamente el 88% de los subsidios corresponden a energía y transporte.


El aumento de los subsidios equivale y explica el deterioro del frente fiscal, ya que su incremento coincide con la destrucción del resultado fiscal del Estado Nacional, que pasó de un superávit financiero de 2.6% a un déficit de -2.6% del producto.

En este marco de fuerte deterioro fiscal, los subsidios pasaron de estar financiados en un 25% a casi un 100% con emisión monetaria del BCRA.  En la actualidad el BCRA asiste al Tesoro con una emisión anual de prácticamente $120,000 MM anuales, lo cual equivale a casi la totalidad de los subsidios.

 A medida que la política creciente de subsidios implicaba deterioro fiscal y emisión monetaria en aumento, el crecimiento de la demanda agregada superaba con holgura la expansión de la oferta agregada generando alta inflación y desabastecimiento. El desabastecimiento y la inflación fueron atendidos con cupos / trabas a las exportaciones y acuerdos de precios, que terminaron desincentivando aún más la inversión, la producción y la oferta de bienes y servicios. En definitiva este cóctel de políticas, es el responsable de un aumento exponencial del desequilibrio fiscal y la emisión monetaria, que  conllevan a una aceleración de la inflación y de las expectativas de inflación. Hay una destrucción del sistema de precios y  la distorsión de precios relativos crece a un ritmo vertiginoso, atentando contra el ahorro, la inversión, la acumulación de capital, la tasa de crecimiento de largo plazo, la tasa desempleo y el PBI per cápita de largo plazo.


El gobierno con su política de subsidios, cupos y trabas acrecentó la distorsión de precios relativos e incentivó la inflación, trasladando la mayor distorsión de precios del mercado doméstico al sector externo de la economía. 

La distorsión de precios relativos del sector externo se materializó en expectativas de devaluación y fuerte pérdida de reservas en 2011. El gobierno volvió a ir por detrás de los acontecimientos y no atacó el origen del problema. Por el contrario, puso el Cepo, que incentivó aún más la distorsión de precios relativos, generando un dólar paralelo y una brecha cambiaria. En síntesis, la inflación, el dólar paralelo, la brecha cambiaria y la pérdida de reservas son el proceso de ajuste que emana las actuales políticas, aplicadas hace años, que destruyen las señales de precios y distorsionan los precios relativos. La actual dinámica macroeconómica de la inflación, las reservas, el dólar paralelo y la brecha cambiaria puede cesar en forma sustentable sólo si ataca el origen de los problemas. 


La inflación, los problemas cambiarios y la caída de reservas sólo pueden revertirse si se vuelve a acumular superávit primario, para lo cual es imprescindible disminuir los subsidios. Con eso no alcanza, al mismo tiempo el BCRA debe dejar de financiar al Tesoro y debe abandonar la política expansiva. El BCRA tiene que dejar de emitir. Es más, el BCRA tiene que sacar del mercado 5 puntos porcentuales en términos de PBI de dinero. EL BCRA debe subir la tasa para fortalecer la demanda de dinero y bajar las expectativas de inflación y devaluación. En ese marco, la presión sobre el mercado cambiario paralelo dimsinuye en forma sustentable. Hecho todo esto, el camino hacia la normalización monetaria y cambiaria estaría iniciado y el levantamiento del cepo comenzaría a ser una posibilidad real. En definitiva, el gobierno estaría dejando de chocar la calesita y los ciudadanos estaríamos dejando de pagar los costos. 





El tipo de Cambio No es el Origen ni la solución del Problema

De acuerdo con nuestro análisis, el tipo de cambio no es el origen del problema. Tampoco la solución. En la actualidad, el tipo de cambio real de la Argentina contra el dólar estadounidense se encuentra un 7% por encima de los niveles de fines ú. Lo relevante no es la foto actual del tipo de cambio real, sino su dinámica de los últimos años. La dinámica del tipo de cambio real muestra que su valor de equilibrio sería un nivel más bajo que el actual. 

Es decir, nuestra economía muestra una natural tendencia apreciadora. De hecho, está demostrado que en Argentina se verifica la PPP. Dicha tendencia del tipo de cambio hacia la apreciación no es patrimonio único de Argentina, sino que por el contrario se verifica en toda la región. En la actualidad, los tipos de cambio reales (contra el dólar) de Brasil, Chile; Uruguay y Perú se encuentran entre un 25% y 40% más apreciados que el caso argentino


La diferencia es el camino que se transita en la apreciación del tipo de cambio, que puede ser vía nominalidad (países de la región) o precios (Argentina).

La dinámica del tipo de cambio real muestra que en las actuales condiciones fiscales y monetarias que enfrenta nuestra economía una devaluación “instantánea” del tipo de cambio no es parte de una solución, sino de un agravamiento de los problemas. De hecho, Argentina es el país que más devalúa en la región y su inflación cuadriplica y quintuplica a la de nuestros países vecinos.


La dinámica del tipo de cambio muestra que una devaluación se trasladaría 1 a 1 precios en un breve período de tiempo, agravando los problemas inflacionarios y todas sus consecuencias nocivas como las expectativas de inflación, devaluación y su impacto en el mercado paralelo cambiario. 

De hecho, el reciente y actual proceso de aceleración del ritmo de depreciación del tipo de cambio nominal oficial está acelerando la inflación, que tiene un piso cada vez más elevado aún con menor nivel de actividad. También impacta acelerando las expectativas de inflación. Según la UTDT, las expectativas de inflación para los próximos 12 meses se ubican entre un 30% (mediano) y un 32.7% (promedio) anual, siendo más elevadas en el interior que en CABA y GBA.


Mayor inflación se traduce en mayores expectativas de inflación en forma directa. Esto se entiende pensando en un simple modelo de expectativas adaptativas. Si a esto le sumamos una fuerte expansión monetaria, una aceleración del ritmo de devaluación y una fuerte pérdida de reservas que hace crecer el tipo de cambio de cobertura, en un modelo de expectativas racionales las previsiones de mayor inflación y depreciación se redoblan y crecen exponencialmente. El tipo de cambio paralelo y la brecha cambiaria tienen una clara tendencia alcista en el mediano y largo plazo. 


La actual política que se aplica para mantener el dólar paralelo e intentar cerrar la brecha cambiaria es ineficiente y no es sustentable en el largo plazo. De hecho, en la actualidad la brecha cambiaria se encuentra en torno a su promedio de todo 2013 (55%) y su tendencia es estructuralmente alcista. En este contexto, aumentar el ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial sólo va a terminar sirviendo para subirle el “piso” al dólar paralelo en el mediano plazo. 

A mayor cantidad de pesos (por emisión para asistir al Tesoro) y menos dólares (por fuga de reservas) en la economía, mayor tipo de cambio de cobertura, mayores expectativas de inflación, aceleración del aumento del nivel general de precios, incremento de las expectativas de devaluación, más elevado dólar paralelo y mayor brecha cambiaria. 

De acuerdo con nuestro análisis y modelo econométrico, con las actuales políticas fiscales, monetarias y cambiarias, el dólar paralelo se ubicaría en torno a 22 y 24 pesos por dólar hacia finales de 2014 con una brecha cambiaria en torno a 130%. En este marco, la tasa de crecimiento convergería lentamente a 0% anual y la tasa de desempleo subiría.


lunes, 2 de diciembre de 2013

No todo lo que Brilla es Oro

El gobierno apostará al ajuste de Nominalidades. Apuesta a llegar a 2015, pero agravando los problemas.

Sería un error visualizar el acuerdo con Repsol como una medida de política económica cuyo objetivo es resolver los graves problemas del sector energético argentino.  El acuerdo con Repsol no forma parte de un cambio de estrategia para comenzar un nuevo plan energético. Todo lo contrario. Si bien el Jefe de Gabinete y el nuevo Ministro de Economía declararon en favor de ir reduciendo en parte y en forma discriminada los subsidios energéticos (¿y de transporte?), el paradigma sigue siendo el mismo y su impacto no es en el corto el corto plazo.
 
El acuerdo con Repsol es una maniobra rápida y desprolija con perfil macro económico y no energética. En pocas palabras, hay acuerdo con Repsol porque el BCRA perdió (usd12.000 millones) el 30% de sus reservas este año. Del otro lado, sin pérdidas de reservas no habría acuerdo con Repsol. 

El acuerdo con Repsol es una medida que va por detrás de los acontecimientos. Su principal objetivo es intentar atender el problema de la escasez de dólares y la pérdida de reservas. En este sentido, en noviembre 2013 el acuerdo con Repsol es similar a lo que fue el Cepo Cambiario en noviembre 2011; dos  medidas cuyo objetivo es disminuir la escasez de dólares y la pérdida de reservas. La diferencia está en el foco. A diferencia del Cepo, que procura resolver la escasez de dólares pisando la demanda de divisas, el acuerdo con Repsol intenta procura aumentar el ingreso de dólares vía. El acuerdo con Repsol es un eslabón (los otros no se conocen) de una (supuesta) cadena de medidas que se aplicarían para resolver el problema central de nuestra economía de corto plazo: la velocidad de la caída de reservas y el dólar paralelo. El gobierno intentará reducir la fuga y evitar que el valor del dólar paralelo siga subiendo.

En este escenario el gobierno persigue un objetivo triple; que entren algunos dólares más, que salgan menos divisas y que la inflación ceda un “poco de terreno”. Empecemos por la entrada de divisas.

Para lograr este objetivo triple, el gobierno parecería estar dispuesto a dejar de lado la política oficial de desendeudamiento, pagar a los fondos buitres, reestructurar la deuda con el Club de París, volver a los mercados de crédito internacional y volver a tener relaciones con el FMI; todos bastiones contra los cuales se opuso a lo largo de los 10 años de gobierno K. Sin embargo, “no todo lo que brilla es oro”. No hay que dejarse engañar. No hay que esperar un plan económico integral, ni que se resuelvan las inconsistencias de política económica o los problemas estructurales que nos aquejan desde hace años.  

La prensa se queda con los dichos de Axel Kicillof quien negó la existencia de la inflación. Si bien ignorar la inflación es grave, su explicación de la inexistencia de la inflación es mucho más graves aún. El nuevo ministro de economía argumentó que no hay inflación en el hecho que los precios energéticos y de transporte no suben gracias a los subsidios del Estado Nacional. Es más, defendió esto subsidios otorgándoles un rol crucial y positivo para nuestra economía, ya que sostuvo que la energía barata brinda competitividad al sector productor y el transporte regalado otorga poder adquisitivo a los consumidores, incentivando la demanda agregada y el nivel de actividad. Esta visión del Ministro de Economía aseguraría que el centro neurálgico de la política económica siguiera siendo el mismo, por lo que los desequilibrios proseguirían sin resolverse. 

Si justamente los subsidios y la distorsión de precios relativos a la cual conllevan son la enfermedad macro económica de Argentina. Los subsidios abarataron en forma ridícula un conjunto de bienes y servicios, generando sobre consumo y alto nivel de actividad insostenible. Pero paralelamente, esta distorsión de precios relativos atentó contra la inversión; y la oferta creció mucho menos que la demanda. El aumento de la demanda por sobre la oferta impulsó la inflación, que fue el primer síntoma de la enfermedad. Esta situación fue convalidada permanentemente por el gobierno, que aumentó los subsidios de 0% (2006) a 4.5% (2013) del PBI. Este aumento de los subsidios llevó al deterioro fiscal. El gobierno nacional pasó de un superávit del 2.0% a un déficit del 3% en el mismo período. Todo ese exceso de gasto es financiado por el BCRA con emisión monetario. En la actualidad la autoridad monetaria emite el equivalente de 4.0% del PBI para financiar al Tesoro. Ante el agravamiento de la enfermedad, el primer síntoma (inflación) se acelera y luego se le suma un segundosíntoma más grave; la pérdida de reservas. La inflación y la pérdida de reservas son dos síntomas que se relacionan entre sí y que tienen la misma enfermedad como origen: la distorsión de precios relativos.

Según las declaraciones de Axel Kicillof, la distorsión de precios relativos seguirá con lo cual la política fiscal excesivamente expansiva de incentivación de la demanda agregada continuaría. En este marco, la política monetaria no se volvería prudente y anti inflacionaria. Es muy poco probable que el BCRA asuma una agresiva política de colocación de LEBACs y de suba de tasas para revertir el exceso de oferta de pesos y evitar la fuga al dólar. A este cóctel de distorsión de precios relativos con ausencia de austeridad fiscal y prudencia monetaria habría que agregarle un mayor ritmo de devaluación.

La idea central del gobierno es aplicar algunas medidas puntuales, no un plan económico integral, con el objetivo de cambiar algo (no mucho) para que las reservas caigan menos y contener el dólar paralelo; para así poder llegar a mediados de 2015 con chances electorales de participar en un Ballotage.

En este marco de medidas puntuales y sucesión de parches entre los cuales algunos van decididamente en contra de la retórica y el relato de los últimos 10 (pagar a Repsol; acuerdo y financiamiento del FMI; pagos en el CIADI; pagos a los holdouts, arreglo con el Club de París, etc), el gobierno va a intentar proseguir con un ajuste de las nominalidades lo más homogéneo posible. 

El gobierno va a intentar que el ajuste salarial  en las paritarias y la inflación converjan. En el mejor de los casos, las tarifas se ajustarían al ritmo de la suba de precios. Paralelamente, el gobierno probablemente va a devaluar el tipo de cambio oficial un poco más que la inflación. 

El problema de nuestra economía es la distorsión de precios relativos. El ajuste de nominalidades perpetúa la distorsión de precios relativos y agrava el problema. Ante el agravamiento de los problemas y la perpetuación de la distorsión de precios relativos, las variables claves de la macro economía seguirán ajustando como hasta ahora. La inflación seguirá subiendo para corregir el desequilibrio de precios relativos interno. El dólar blue continuará su trepada por mayores expectativas de devaluación y por el desequilibrio de precios entre precios domésticos e internacionales. Las reservas caerán reflejando tanto la inconsistencia de política fiscal como monetaria, así como también el desequilibrio de precios doméstico e internacionales. El nivel de actividad se enfriará, ya que es la contrapartida del proceso de ajuste en la esfera real.