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jueves, 28 de julio de 2016

EL IMPUESTAZO AL TABACO CASTIGA LA ACTIVIDAD Y EL EMPLEO (El Economista 28 de Julio 2016)



http://www.eleconomista.com.ar/2016-07-el-impuestazo-al-tabaco-castiga-la-actividad-y-el-empleo/

Hace tiempo que con Javier Milei venimos remarcando que Argentina está sumergida en una estanflación de oferta (estancamiento y alta inflación) originada en la falta de competitividad del sector privado. Las empresas no son competitivas porque no pueden hacer negocios, ni ganar dinero; y en consecuencia no invierten ni amortizan, devorándose su stock de capital. Con caída del stock de capital, la productividad se reduce y la relación costo salarial (después de impuestos)/productividad del trabajo empeora; y en consecuencia se reduce (aumenta) el empleo (desempleo).


A través de nuestro Termómetro de Riqueza (TdeR)™, explicamos y demostramos que las empresas y sus sectores productivos no son competitivos porque:



1 Soportan un gasto público y una presión tributaria récord



2 El costo de capital (financiamiento) es entre dos y tres veces mayor al de la región



3 Porque la inflación cuadriplica o quintuplica la de los países competidores



4 La relación costo salarial (después de impuestos) / productividad del trabajo es la peor de la región.


Con esta lógica, adelantamos que el aumento de la presión tributaria al cigarrillo ideada por el Ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, impactaría muy negativamente sobre la demanda, la producción y el empleo en el sector Tabacalero, lo cual se sentiría en las (más postergadas) provincias del Norte.

En oposición a la visión del Ministro, nosotros planteamos que es un error microeconómico pensar que la demanda de cigarrillos es inelástica al tarifazo frente a un contexto con inflación acumulada de 30% en siete meses, ajustes tarifarios de entre 200%/400%, devaluación de 50% y alimentos aumentando más que el promedio del IPC. Puntualmente, planteamos que el incremento (Decreto 626/2016) de la alícuota (de 60% a 75%) de los impuestos internos a los cigarrillos generaría una caída de la demanda muy superior al -15% (según Fundación Internacional del Corazón).

 De acuerdo con nuestra visión, esta suba de los impuestos internos a los cigarrillos es inadecuada por dos razones. Primero, porque Argentina pasa a estar entre los diez países en el mundo con mayor carga impositiva sobre los cigarrillos, cuadruplicando los de las bebidas alcohólicas: bebidas alcohólicas (20%), cervezas (8%) y champañas (0%).

Segundo, lo peor y más grave, el actual incremento impositivo no tiene asignación específica hacia la salud. Ergo, el argumento de que el impuesto es para financiar las enfermedades provocadas por el tabaco es mentira. En consecuencia, el impuestazo al tabaco sólo está sustentado en la voracidad fiscal del Ministerio de Hacienda. Además, hay que tener en cuenta que un impuestazo al cigarrillo tiene beneficios intertemporales sobre la salud sólo a muy largo plazo. Dicho en otros términos, el impuestazo no va hacer bajar los gastos en salud en 2016 a 2019, durante el mandato de Mauricio Macri. Por el contrario, según estudios, dichos efectos tardarían aproximadamente veinte años en plasmarse.

 Tercero y no menor, con Javier Milei remarcamos que este impuestazo demuestra que hay bajo grado de coordinación en las políticas económicas, porque se afecta negativamente las tres mayores preocupaciones económicas del Gobierno: inflación, empleo y nivel de actividad. Tanto es así, que el impuestazo va contra la filosofía del plan Belgrano, que busca incentivar el nivel de actividad y el empleo en las provincias del Norte argentino.

De hecho, la evidencia empírica confirma nuestro escenario previamente anticipado. La fuerte suba del impuesto interno elevó la incidencia de los impuestos sobre el precio (que pasó de 69,2% a 79,6%) y llevó a las empresas productoras a incrementar los precios de los cigarrillos en 52,2% (incluyendo la suba inicial y luego una leve baja por parte de Nobleza Piccardo y Massalin Particulares a fin de disminuir el impacto en la demanda). Dicha suba aportó en mayo 0,522% al IPC GCBA (ya que tiene un peso del 1%). Paralelamente, en el bimestre mayo- junio de 2016 la demanda se contrajo 23,5% interanual provocando una reducción de 8,7% si se compara el primer semestre contra igual periodo de 2015. El impacto negativo sobre el empleo también ya se “siente”. En este sentido y como consecuencia de la caída de la demanda, Massalin Particulares anunció el cierre de su planta de compra y acopio en La Cocha, provincia de Tucumán, donde empleaba a 20 trabajadores al tiempo que despedirá a 60 empleados en las plantas de Goya (Corrientes) y Merlo (Buenos Aires).

La importancia económica del tabaco es muy relevante en el norte del país. En Jujuy, la industrialización del tabaco contribuye con 6,6% al PBG de 2015. En conjunto, la actividad primaria y secundaria aportaría 2,4% al PBG jujeño. En Salta, por su parte, las manufacturas de tabaco aportan 10,7% a la industria total de la provincia, llevando la participación total del sector tabacalero a 1,4% del PBG salteño. En Misiones, la industrialización del tabaco alcanzaría a 4,2% del sector industrial, participación que sumada a la etapa primaria, representaría el 1,5% de PBG. En Corrientes, si bien la contribución de la actividad primaria tabacalera en el total del PBG provincial sería menor a 1%, la industria tabacalera aportaría 5,8% a la Industria en su conjunto. En las provincias de Tucumán, Chaco y Catamarca, el sector tabacalero presenta contribuciones más bajas. Asimismo, en el norte argentino la industria tabacalera es clave como generadora de empleo. La importancia del tabaco como actividad generadora de ocupación también fue alta en Salta (2,6% y 2,3%, respectivamente), Tucumán (0,5% y 0,4%, respectivamente) y Catamarca (0,4% y 0,3%, respectivamente), y registró su mínimo en Chaco (0,2% y 0,1%, respectivamente).

En síntesis, el aumento de la presión tributaria en el sector tabacalero y su impacto negativo sobre el nivel de actividad y el empleo ponen en evidencia dos fenómenos interconectados entre sí. Primero, que la presión tributaria récord actual ahoga al sector privado y que no hay margen para subir más impuestos. Segundo, que para crecer, invertir y generar empleo hay que ser competitivo; y para eso hay que ir en el sentido exactamente opuesto. Hay que bajar impuestos y gasto público.

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