La tasa de variación del PBI de
la economía argentina cae de 7.7% (2003/2007) a 3.9% (2008/2011) y 0.6%
(2012/2015), mientras que la inflación promedio aumenta de 9.6% (2003/2007), a
20.9% (2008/2011) y 29.5% (2012/2015). Paralelamente el PBI per cápita se contrae -0.3% promedio anual en los últimos cuatro años. Como consecuencia, nuestro sector privado tiene un déficit de generación de empleo equivalente al -0.3% promedio anual. Entre 2011 y 2015 la población en edad de trabajar que releva Indec (a través de la EPH) creció a una tasa promedio del 1.7% pero el sector privado genera empleo a un ritmo promedio anual de 1.4%. Este déficit se cubre con empleo público, que crece a un ritmo promedio anual de 4.5%. Pero esta creación de puestos de trabajo en el sector público es parte del problema, porque se financia con emisión monetaria, inflación, deuda (alta tasa de interés) y presión tributaria record, lo cual ahoga al sector privado y lo desincentiva a acumular stock de capital, invertir, generar puestos de trabajo, producir más y crecer. Todos estos números son prueba suficiente que el actual modelo económico se muestra
agotado.
Concretamente, los 12 años de gestión Kirchnerista dejan una herencia
económica pesada para la próxima administración; peor que la de 1999. La herencia económica debe ser valuada por la capacidad que tiene la economía para crecer,
que no es otra que la capacidad que tiene el sector privado para invertir,
acumular stock de capital, producir más, generar puestos de trabajo y expandirse,
potenciando el PBI per cápita y el nivel de vida de sus habitantes. En una
palabra, competitividad. A menor competitividad, peor herencia.
La competitividad es mucho más que el tipo
de cambio. La competitividad no depende únicamente del tipo de cambio, sino
también de la relación Gasto Público-PBI, de la calidad del gasto público, de
la presión tributaria, del costo de capital (tasa de interés) y de las
condiciones monetarias relativas (emisión e inflación) entre países. La
competitividad también depende del capital social y sus instituciones, del
capital humano (salud y educación), de las condiciones de eficiencia del
mercado laboral y financiero, de las economías de escala, la tecnología e
innovación; entre otras varias variables.
Sin embargo, las herencias
económicas pesadas no son un “raro avis” en nuestra reciente y joven historia
democrática. Una década y media atrás, la administración Menemista también dejaba una pesada herencia económica a De la Rúa.
El Termómetro de
Riqueza® (TdeR) elaborado
por D. Giacomini y J. Milei. sirve para medir la competitividad y la herencia económica que deja la administración de CFK y compararla con 1999 y otras herencias pasadas. La primera ventaja que tiene el TdeR es que el
índice está elaborado desde 1942 a 2015, permitiendo hacer un acabado análisis
histórico (de corto y largo plazo) de la competitividad y todos los factores
que inciden sobre ella en los últimos 70 años. El TdeR tiene en cuenta todas las
variables que impactan en la capacidad de la economía para acumular stock de
capital, invertir, generar puestos de trabajo, producir más y crecer: tasa de
interés; riesgo país; presión impositiva; gasto público; tipo de cambio;
devaluación; deuda; productividad del trabajo y salarios, capacidad ociosa, condiciones
monetarias relativas con emisión e inflación, términos de intercambio y tasa de
interés internacional.
A lo largo del período bajo
análisis, el TdeR se ha ubicado en promedio un 3,3% por encima 1, lo cual
permite explicar porque, pese al mal desempeño relativo mostrado por la
economía frente al mundo, ha podido sostener una tasa de crecimiento positiva.
Al mismo tiempo, el TdeR muestra que cada vez que cayó debajo de 1, su
tendencia continuó en declive y la economía terminó (con el tiempo) enfrentando
una crisis de balanza de pagos (áreas sombreadas), salvo para 2014/2015, lo
cual viene explicado por el hecho de que en 2014 se enfrentó el mejor contexto
internacional de toda la historia evitando la crisis. De hecho, si aislamos la
“ayuda” del contexto internacional de los últimos años (el mejor de la
historia) y corregimos el TdeR por términos de intercambio,
apreciamos que el TdeR cae por debajo de la unidad y los riesgos de crisis
aumentan.
De hecho, cuando se compara 2015 contra
1999 se observa que actualmente el TdeR es aproximadamente entre un 35% más bajo que en
1999, indicando que la competitividad actual es menor que la de fines de los ‘90s y que la actual herencia es más
pesada que la de fines de los ‘90s. Es más, el TdeR muestra que si toman
los niveles perdidos en términos de índice, la mayor pérdida de valor en la
historia bajo análisis es la ocurrida a partir de 2004 cuando el índice ha
perdido 140 puntos. Luego, el segundo y tercer peor registro histórico se
corresponde con el período 1973-1975 (-121 pts) y 1977-1982 (-111 puntos).
La herencia 2015 es más pesada que la herencia 1999, porque el
derrotero actual es mucho más duradero y profundo que hace 16 años atrás.
A fines de los ‘90s, la “caída” tenía menos de dos años de vida y era mayor el margen
de tiempo para revertir la situación. No
se lo hizo. El TdeR cayó hasta 0.57 (2002) disparándose la crisis de
2002.
Por el contrario, en 2015 hay menor margen de tiempo y la
próxima administración deberá tomar rápidamente medidas para reconstituir la
competitividad, estimular la inversión, fomentar el empleo y volver a crecer. De
hecho, el TdeR se ubica en torno 0.73 acercándose a 0.6 , que es el
valor crítico a partir del cual la probabilidad de crisis aumenta fuertemente la probabilidad que la economía
ingrese en una crisis.
El Indice de Competitividad Global (ICG) del World Economic Forum (WEF) muestra lo mismo que el TdeR de Giacomini Milei: la herencia económica de 2015 es más complicada que la de 1999. Según el ICG del WEF en1999 Argentina se encontraba en el puesto 40º de 75º países relevados (en el 53% mejor); es decir en “mitad de tabla”. Por el contrario, en 2015 Argentina se ubica en el puesto 104º de un ranking de 144 países (en el 72% mejor); es decir nuestro país se encuentra en la tabla de los “promedios del descenso”. Es más, en 1999 Argentina estaba ubicada en el 3º puesto de 7 países de la región, mientras que en 2015 cayó al 7º puesto del ranking regional.
En síntesis, todo
parecería indicar que si en esta oportunidad el nuevo gobierno no acierta el
rumbo en sus medidas de política económica, la situación macro aguantaría menos que dos
años y la economía podría enfrentar una nueva crisis con ribetes similares a la de 1975. .
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