La ley de Presupuesto 2017
elaborada por el gobierno de Cambiemos en su primer año de mandato proyecta una
tasa de crecimiento de +3.5% y un incremento de los precios minoristas en línea
con la meta de inflación del BCRA (+17%/+12%). De acuerdo con nuestras
estimaciones, hay chances que se cumpla la meta de
inflación, pero difícilmente se cumpla con la pauta de expansión económica del
Presupuesto.
Cumpliendo la meta de inflación, pero con menos crecimiento, la
recaudación fiscal probablemente sea menor que la presupuestada, con lo cual el
déficit fiscal tenderá a superar los lineamientos del Presupuesto 2017. En
este marco y asumiendo que se respeta la autonomía del BCRA (no emite más de lo
presupuestado para financiar al Tesoro), quedan dos caminos: i) se recorta obra
pública todo lo que sea necesario para reducir el déficit hacia los niveles
presupuestados y/o ii) se toma más deuda (que la presupuestada) para financiar
el incremento del déficit por arriba de lo presupuestado por menores ingresos
Hay otra tercera opción (ver
punto anterior), que es optar por no cumplir ninguna de las dos metas (ni la de
inflación, ni la de crecimiento) y tener más inflación para inflar la
recaudación y cerrar la brecha deficitaria con más impuesto inflacionario. Sin
embargo, en creemos que lo más probable es que el escenario fiscal 2017 se debata entre cortar obra pública o
tomar más deuda. La primera implica cumplir con el déficit presupuestado.
La segunda implica financiar un déficit más alto.
De acuerdo con nuestro análisis, no es difícil anticipar ni la estrategia,
ni los resultados macroeconómicos de 2017. La estrategia macroeconómica es
decidida por el presidente y Jefatura de Gabinete, quien concentra las
decisiones (¡no puede ser de otra forma con la superpoblación de Ministerios!).
En este sentido y para anticipar “lo que se viene”, sólo basta con mirar el
Presupuesto 2017, recordar las declaraciones presidenciales, observar “lo que
hizo” en CABA y prestar atención a los primeros movimientos de política
económica efectuado en 2017.
El Presupuesto 2017 aumenta el
gasto público de Nación (22,1% interanual) más que la suma de inflación
(17%/12%) y el crecimiento pautado (3,5%).
El gasto en capital crecerá 32,1% apuntalado por la obra pública (38,7%) y las
transferencias de capital para obra pública (37%). Paralelamente, con la
reparación histórica, las jubilaciones (35,2%) están segundas en el ranking de
aumento del gasto.Es decir, según el Presupuesto 2017 el consumo público y la
incentivación del consumo privado son “las” prioridades para la estrategia
macroeconómica presidencial. De hecho,
en sus primeras declaraciones en casa de gobierno luego de las vacaciones, el
presidente dijo “la obra pública ha
tomado velocidad y seguirá tomándola en obras hídricas, puertos, energía,
ferrocarriles, etc., que posibilitarán el desarrollo económico.”
Sus recientes declaraciones están
en línea con sus políticas en CABA, que podrían resumirse con la siguiente frase:
“suba de presión tributaria, con más empleados públicos, más gasto y más
déficit; todo financiado con mucha deuda”.Justamente, las primeras medidas de
política económica del año apuntan a colocar más deuda de la originalmente
esperada para este tramo del año. El gobierno está procurando generarse un
colchón de financiamiento que le permita “arrancar” el año “tranquilo” y con
fondos suficientes para financiar toda la obra pública proyectada y, muy
probablemente, un déficit fiscal creciente.
De hecho, el Ministro de Finanzas acaba de emitir usd7.000 MM de deuda en los
mercados internacionales. Se emitieron dos bonos, uno a 5 años (USD3.250
MM) y otro a 10 años (USD3.750 MM) que pagaron una tasa de 5,625% y 7%;
respectivamente. Así, la tasa promedio de la colocación fue de 6,3% comparada
con una tasa promedio de 7,2% para la emisión realizada en abril de 2016.
Además, luego de esta colocación
en el mercado internacional, la intención del Ministerio de Finanzas es seguir
colocando Letras del Tesoro (LETES) en el mercado local. De hecho, el ministro
de Finanzas anunció que la semana próxima se hará la primera licitación de
Letras del Tesoro en pesos a corto plazo. Y también habrá tramo en dólares.
De acuerdo con nuestras
estimaciones y teniendo en cuenta un déficit fiscal (Nación + Provincias)
proyectado de 9,0% del PBI para este año, se
necesitaría obtener un financiamiento total por aproximadamente usd44.600 MM (usd35.000 MM Nación y
usd9.600 MM provincias) en 2017. En este contexto, el ratio deuda PBI
ascendería aproximadamente a 54% para fines de año.
En resumidas cuentas y de acuerdo
con nuestro análisis, si los mercados de financiamiento no se cierran y
Argentina puede seguir tomando deuda tanto en el mercado doméstico como en el
mercado local, lo más probable es que el presidente adopte una agresiva estrategia keynesiana que procure incentivar el consumo,
la demanda y el nivel de actividad en este año electoral que recién comienza.
De hecho, el reciente re cambio en la cúpula del Banco Nación es una señal que
confirma que el gobierno procurará incentivar todo lo que pueda el consumo y la
demanda agregada en este 2017 electoral. Se cambia al anterior presidente por
una reconocida figura del radicalismo (Gonzalez Fraga) procurando fortalecer la
alianza política con vistas a las elecciones.Además, el nuevo presidente del
Banco Nación tiene un sesgo mucho más keynesiano que el anterior, lo cual
también deja traslucir que desde el mayor banco de Argentina se intentará
(financiamiento mediante) hacer políticas activas de estimulación de la demanda
agregada.
¿La política activista del gobierno, basada en el
endeudamiento, logrará estimular el consumo y la demanda agregada lo suficiente
para que el PBI aumente +3,5% en 2017 y se cumpla la pauta presupuestaria? No. La política económica puesta en práctica
durante los últimos años de la administración K muestra que este activismo
keynesiano termina logrando los resultados opuestos a los buscados; es decir la
economía se achica en lugar de crecer, ya que la anemia de dinamismo económico
no es por problemas de demanda, sino de oferta. De hecho, como se observa
en el Gráfico, hace años que el consumo público aumenta en términos reales
(línea roja), pero el consumo privado (línea azul) no responde, la inversión
privada (línea violeta) cae y las exportaciones (línea verde) se desploman.
Con esta política activista
keynesiana se infla artificialmente la demanda agregada en los años electorales impares (2011; 2013; 2015
y 2017) y se termina logrando una (insuficiente) variación positiva del PBI que
rinde frutos electorales. Sin embargo, dicha política no es sustentable, y el
sistema económico termina haciendo un ajuste macro al año siguiente, con ajuste
cambiario, más inflación y contracción del nivel de actividad (2012; 2014; 2016
y ¿2018?). Y así, la tasa de variación del PBI termina siendo 0% punta a
punta,porque que las caídas de los años pares neutralizan los rebotes de los
años impares.
Con el paso del tiempo, la política keynesiana activista de estimulación
de demanda es cada vez
menos efectiva, generando menos beneficios y más costes. Los rebotes de los
años impares son cada vez más débiles, pero las contracciones de los años pares
son más pronunciadas. En el gráfico anterior se observa como la variación positiva del PBI pierde
fuerza y es cada vez más débil cuando se compara 2015 con 2013 y 2011. Del otro
lado, los ajustes macro de los años pares son cada vez más fuertes: 2016 mayor
que 2014; y 2014 superior a 2012. Este comportamiento no debiera sorprender, ya
que la estrategia no sólo está agotada, sino que los problemas de fondo
(fiscales) son cada vez más abultados (ver gráfico).
En este marco, estimamos un escenario base de
expansión de +1,0% con un aumento del PBI que podría llegar a +1,8% en 2017.
Sin embargo, esta expansión del nivel de actividad no estaría acompañada por
creación de puestos de trabajo privados estables y genuinos, por lo cual no
contribuiría a que el público percibiera una clara mejora del entorno
macroeconómico.
Esta política fiscal keynesiana activista que procura incentivar el
consumo, la demanda agregada y el crecimiento económico termina hundiéndonos en
una crisis de crecimiento. Esta sucesión de años impares (positivos) y años pares
(negativos) con tasas de variación del PBI que se neutralizan entre sí nos
condujeron a un escenario con sistemática reducción del PBI per cápita y
deterioro de la calidad de vida. De hecho y de acuerdo con nuestras
estimaciones, el PBI per cápita de Argentina cerró 2016 por debajo de los
niveles de 2015 (-3,2%), 2011 (-7,2%) y 2008 (-1,7%).
En este escenario, coincidimos con la visión presidencial, que dijo que “Argentina necesita crecer
sostenidamente 20 años para recuperar el terreno perdido y reducir la pobreza”.
Sin embargo, en pensamos que
Argentina no podrá retornar al sendero del crecimiento perdido si no se
abandona la política fiscal keynesiana activista de incentivación de la demanda
agregada en un marco de gasto público y presión tributaria récord. El sobredimensionamiento del Estado
terminó ahogando al sector privado, impidiéndole ganar dinero y generar
riqueza, desincentivándolo a invertir, mejorar su productividad y generar
nuevos puestos de trabajo. El exceso de gasto público, el récord de presión tributaria,
el elevado costo de capital y las rigideces excesivas del mercado laboral han
terminado matando la inversión, la generación de empleo y el crecimiento.
Los números son elocuentes (ver Gráfico). De acuerdo
con nuestra estimación de variación del PBI para este año (+1,8%), en 2017 el PBI per cápita cerraría por
debajo de 2015 (-2,3%); 2011 (-6,2%) y 2008 (-0,6%). En pocas palabras, a
la mitad de mandato del gobierno de Cambiemos, es decir 2 años después de la
asunción del presidente Macri, la producción de bienes y servicios por
habitante sería un -2,3% inferior a la que había cuando se hizo cargo de la
política económica.
Albert Einstein decía “si quieres
resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo”. Puesto en términos de
actualidad macroeconómica argentina la frase se convierte a “si quieres volver
a crecer, abandona la política fiscal keynesiana activista de estimulación de
la demanda. Para lograr diferentes resultados hay que cambiar, hay que bajar el
gasto y el déficit reduciendo impuestos para estimular la oferta agregada.” Por ahora el gobierno no muestra señales
contundentes en este sentido de cambio; consecuentemente lo más atinado es
esperar resultados similares a los logrados durante los últimos años.
Clarito. Uno se pregunta si la inercia intelectual obedece a la ignorancia de los funcionarios de turno, o a una masa critica inercial cultural-ideologica-politica de todo el sistema, en particular de los beneficiarios de este modelo, y de la incapacidad de comprension y reaccion de sus perjudicados.
ResponderEliminarClaramente, la respuesta son las dos juntas. ¿Por qué? Porque los políticos salen de esta sociedad. No cayeron de un plato volador.
EliminarExcelente Diego. Una sola pregunta te hago. Si la inflación baja al 17% no ves la economía creciendo al 3,5% impulsada por el consumo? Y así alcanzando un déficit del -4,2 0%? O aún con ese 17% tenes la economía creciendo al 1,8%? (Por esta anémica y malparida politica fiscal keynesiana)
ResponderEliminarLo creo muy difícil. No veo al consumo pudiendo reaccionar para convertirse en motor de nada.
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