En línea con el nombre de la coalición política que había ganado las elecciones presidenciales a fines de 2015, el nuevo BCRA de Federico Sturzenegger comenzó su gestión prometiendo cambiar la historia monetaria de Argentina fundando un BCRA “normal”.
La tarea no era nada sencilla.
Sturzenegger prometía fundar el Banco Central que nunca tuvimos, es decir una
autoridad monetaria que no emitiera de más y no generara alta inflación,
evitando que el dólar se “disparara”. Desde que se fundó en 1935, el BCRA hizo siempre
exactamente todo lo opuesto.
En 1935/1991 la emisión monetaria
(+143,7%), la inflación (+181,7%) y la devaluación (+165,3%) registraron
variaciones promedio anuales de tres dígitos. Por el contrario, sin BCRA y sin
política monetaria, la emisión, inflación y devaluación cayeron a +15,9%; +8,6%
y +8,7% promedio anual entre 1991 y 200; respectivamente. A partir del 2002
volvió el BCRA y con él la emisión, inflación y devaluación que saltaron a
+27,6%; +20,7% y +21,3% entre 2002 y 2016; respectivamente.
El proceso de normalización del
BCRA exigía que Sturzenegger convenciera a la sociedad de algo que ya nadie
discute: “la inflación es siempre y en
todo lugar un fenómeno monetario” explicando que “la inflación se cura
(previene) con política monetaria contractiva (prudente)”. En este marco, sólo cabía la posibilidad que la política
monetaria del BCRA fuera contractiva durante toda la presidencia de Mauricio
Macri, ya que se establecieron objetivos de inflación del 25% (2016); 17%
(2017); 10% (2018) y 5% (2019).
Luego que el Ministerio de
Hacienda de Prat Gay abriera “mal” el Cepo y el dólar saltara de “más”, el BCRA de Sturzenegger comenzó muy bien su
tarea a principios de 2016. Primero, resolvió la bomba de los futuros.
Segundo, desarmó el money overhang (4% del PBI) heredado de la época K
salvándonos de una hiperinflación de tres dígitos anuales. Más tarde, siguiendo
una política de control de agregados monetarios, aplicó un apretón monetario de
-20 puntos porcentuales en términos reales que bajó la inflación de 4,2% a 1,5%
promedio mensual cuando se compara primero contra segundo semestre 2016. La
inflación cerró diciembre’15 en +1,3% mensual. Todo este accionar permitió que la autoridad monetaria ganara
reputación y credibilidad durante gran parte de 2016, dos activos fundamentales
para tener éxito en el proceso des inflacionario.
Adoptar el
Sistema de Metas de Inflación fue un error.
Sin embargo, todo comenzó a
cambiar en octubre 2016 cuando se decidió migrar hacia un sistema de Metas de
Inflación. La reputación y credibilidad
ganadas a lo largo de 2016 comenzaron a erosionarse con la adopción del sistema
de metas de inflación. ¿Por qué? Porque no estaban dadas las condiciones
para una exitosa aplicación del sistema de metas de inflación.
En otras palabras, fue un error adoptar el sistema de metas de
inflación y estaba “cantado” que el proceso desinflacionario se iba a abortar y
la inflación acelerar, creando un círculo vicioso entre resultados,
credibilidad, reputación del BCRA e independencia con respecto al poder
político.
Primero y principal, el sistema de metas de inflación funciona
bien en economías con niveles de inflación mucho más bajos que Argentina. Los
países emergentes que aplicaron exitosamente este tipo de política monetaria
arrancaron de niveles de inflación del 13,1% promedio anual y adoptaron una
primera meta de 10,3% promedio anual. Un año después habían bajado la inflación
a 8,3% anual. Los países emergentes que arrancaron con niveles de inflación
similares a Argentina como Chile (30%) y Colombia (33%), sólo lograron bajar la
inflación entre 2,7% y -3,0% por año, lo cual implicó que tardaron
aproximadamente una década en alcanzar los niveles de inflación que pretende
lograr la administración de Cambiemos.
Segundo y no menos importante, Argentina no tenía las condiciones dadas
para que el sistema de metas de inflación pudiera funcionar bien. Tanto la
teoría económica como la evidencia empírica muestran que se debe cumplir con 9
pre requisitos para que el sistema de metas de inflación pueda ser exitoso. Por
orden de importancia relativa dichos pre requisitos son: i) marco institucional
que asegure la independencia operativa del Banco Central y sus
responsabilidades; ii) coordinación con Política Fiscal; iii) credibilidad y reputación
(anunciar, explicar y luego cumplir); iv) ancla nominal para expectativas en la
Economía; v) Elaboración, fijación y comunicación de un índice de Precios
Creíble sobre el cual se fijarán objetivo central, techo y piso; vi) transparencia
en la Comunicación entre la Autoridad Monetaria y los agentes económicos; vii)
transparencia de la Política Monetaria; viii) transparencia en la Información y
ix) desarrollo Modelo de Predicción. Como puede observarse, en el cuarto trimestre 2016 Argentina no
cumplía con ninguno de los pre requisitos más importantes, ergo el sistema de
metas de inflación estaba condenado al fracaso.
El BCRA no tenía independencia operativa, ni había coordinación con la
política fiscal. En noviembre’16 la política avanzó sobre el BCRA
obligándolo a bajar la tasa de referencia -200 bps cuando las condiciones no
estaban dadas. Paralelamente, tampoco había coordinación con la política
fiscal. El BCRA fue obligado a intervenir en el mercado cambiario comprando los
dólares de la deuda. De hecho, en 22 meses el BCRA emitió $747.616 MM (70% de
la base monetaria) por motivos fiscales (+$595.736 MM para comprar dólares y
$151.880 MM de Adelantos Transitorios). En este marco, el proceso de
esterilización debió intensificarse y las LEBACs treparon hasta más de
$1.300.000 MM.
Paralelamente, el BCRA tampoco disponía del acervo de
reputación y credibilidad necesario para que el sistema de metas de inflación
fuera exitoso. Sin credibilidad y reputación suficientes, el sistema de
metas de inflación no tenía ancla, por ende, la autoridad monetaria no tenía
con qué (no podía) convencer a los agentes económicos que la inflación iba a
bajar, en consecuencia, las expectativas de inflación no bajarían y la inflación
observada dejaría de reducirse abortándose el proceso des inflacionario.
En este marco, los errores
propios del BCRA adoptando una política monetaria equivocada, sumado a la falta
de independencia del poder político y a la ausencia de coordinación con la
política fiscal se tradujeron en un aumento de la cantidad real de dinero, la
resurrección del sobrante monetario, un creciente déficit cuasi fiscal y la
saturación de las LEBACs y de la tasa de interés como instrumentos de absorción
monetaria. En este contexto, no debe sorprender la caída de la demanda de
dinero, el encarecimiento del dólar y la aceleración inflacionaria.
En 2017 la inflación fue +24,8%
anual, desviándose un 45% de la meta máxima permitida (17%). Desviarse de la
meta de inflación no fue gratis y tuvo consecuencias negativas en materia de
credibilidad, reputación y resultados en materia de inflación. No sólo esto,
también tuvo consecuencias negativas para la independencia del Banco Central y agravó
los problemas. Jefatura de Gabinete,
erróneamente, tomó por asalto la política monetaria cambiando las metas de
inflación a fines de diciembre, con lo cual hirió de muerte la credibilidad y
reputación del BCRA.
En este contexto, el público dejó de creer por completo en el
Banco Central, en la política monetaria y en las metas de inflación,
consecuentemente las expectativas de inflación pasaron del 17% a más del 20%
anual. Así, la inflación se acelera. Los números son contundentes en este
sentido, la inflación general promedió 1,90%; 1,91%; 2,02% y 2,43% mensual en
los últimos 14; 12; 6 y 3 meses. Algo similar sucede con la inflación núcleo
que pasó de 1,58% a 1,77% en los últimos 6 y 3 meses; respectivamente. En este
marco, en marzo’18 el desvío con respecto a la meta de inflación de 2018 es prácticamente
el doble que hace 12 meses.
La perdida de prestigio, reputación y credibilidad del BCRA, así como
el consecuente deterioro de los resultados en materia de inflación y política
monetaria, son resultado de una combinación entre de errores propios y el
avance del poder ejecutivo sobre la independencia de la autoridad monetaria y
el diseño de su política. Si seguimos en este sendero, lo más probable es
que la inflación del 2018 y 2019 no sea muy diferente a lo que estamos
acostumbrados durante los últimos años. Albert Einstein decía “si quieres diferentes resultados, no hagas
siempre lo mismo”.
Propuesta
Monetaria Giacomini-Milei.
La única forma de mantener la inflación a “raya” es cambiando de cuajo
la política monetaria con un BCRA que no emita “de más”. En este sentido,
la propuesta monetaria Giacomini-Milei abandona las metas de inflación y pasa a
un régimen de control de Agregados Monetarios.
La propuesta monetaria Giacomini-Milei sugiere que el BCRA abandone el
sistema de metas de inflación y pase a controlar la cantidad de dinero.
Asumiendo una expansión del PBI del +3,0% anual, la propuesta monetaria
Giacomini-Milei sugiere que el BCRA abandone el sistema de metas de inflación y
pase a controlar la cantidad de dinero haciendo que la base monetaria crezca en
torno al 18% (2018); 13% (2019) y 8% (2020) anual, lo cual es consistente con
el cumplimiento de las metas de inflación de 15% (2018); 10% (2019) y 5% (2020)
para los próximos tres años.
El control de agregados monetarios de la propuesta Giacomini-Milei
incluye nuestro esquema para desarmar la bomba de LEBACs y eliminar el déficit
cuasi fiscal. Desarmar la bomba de las LEBACs es importante para mejorar el
balance y los resultados del BCRA, pero es trascendental para bajar las expectativas
de inflacion y la inflación. En otros términos, sin desarmar la bomba de las LEBACs,
no bajaran ni las expectativas de inflación, ni la inflación.
Las LEBACs se desarman en dos etapas, una de shock (corto plazo) y otra
gradual (mediano y largo plazo). En el corto plazo, se hace un canje
voluntario de LEBACs por Boden del Tesoro. El Tesoro se hace cargo de las LEBACs
canjeadas, lo cual es técnica y moralmente correcto. Las LEBACs se emitieron
para evitar el efecto inflacionario de la emisión monetaria destinada a
financiar el exceso de gasto público y déficit fiscal del Tesoro. El Tesoro
limpia las LEBACs canjeadas del pasivo del BCRA macheándolas contra las Letras
Intransferibles (Bonos del Tesoro) que el Central tiene en su activo. Esta
operatoria no solo adelgaza y mejora la calidad del balance del BCRA sino que
mejora su resultado: las LEBACs capitalizan (mayormente) cada 35 días y pagan
(elevada) tasa de interés y las Letras Intransferibles no pagan interés.
El canje de LEBACs se instrumenta
a través de cuatro Boden que pagan intereses semestrales y amortizan todo al
vencimiento (2023; 2029; 2034 y 2037). Este esquema de bonos es diseñado
prestándole atención al perfil de vencimiento de la deuda soberana del Estado
Nacional con el objeto de evitar la acumulación de grandes vencimientos.
Teniendo en cuenta la curva vigente de bonos argentinos en dólares, estos bonos
pagarían una tasa de 5,91%; 7,12 %; 7,49% y 7,59%; respectivamente.
El 65% de las LEBACs remanentes
post canje se utilizan como único mecanismo de inyección monetaria en el
período 2018/2020. En otras palabras, el BCRA deja de emitir Adelantos
Transitorios y pesos para comprar dólares de la deuda del Tesoro. Hacienda debe
vender los dólares en el mercado, lo cual incentiva la reducción del gasto y el
déficit fiscal para evitar la apreciación cambiaria. En concreto, de aquí a los
próximos tres años, el BCRA cancela LEBACs en efectivo por el equivalente al
18% (2018); 13% (2019) y 8% (2020) de la base monetaria. Toda esta operatoria
reduciría el peso de las LEBACs de 13,1% a 3,4% del PBI, generando una
reducción del cuasi fiscal de 2,8% a 0,3% del PBI. En este sentido, el ahorro
cuasi fiscal acumulado ascendería a -4,1% del PBI y el ahorro fiscal consolidado
(Tesoro + BCRA) acumularía -3,4% del PBI en 2018/2020.
En resumidas cuentas, si la
política monetaria actual no cambia, lo más probable es que la inflación no
baje, o incluso hay probabilidad que aumente "un poquito”. Con este actual
esquema de metas de inflación, la cantidad de dinero crece prácticamente al
mismo ritmo que durante la era K, asegurando que el proceso des inflacionario
continúe abortado. Para ganarle a la inflación hay que dejar de emitir de más y
desarmar la bomba de las LEBACs. Acá dejamos por escrito una propuesta concreta
de política monetaria basada en el control de los agregados monetarios y en la
eliminación del déficit cuasi fiscal.
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