Un día antes del cierre de
agosto, el dólar minorista superó los $40, registrando una suba de +112% en lo
que va del año. Paralelamente, en los restantes
países de la región el dólar subió entre 10 y 100 veces menos que en Argentina
en 2018. La excepción es Brasil, en dónde el dólar tan sólo aumentó 5 veces
menos que en nuestro país: Brasil +26,4%; Uruguay +11,1%; Chile +8,4%; Perú
+1,6% y Colombia +0,5%; etc. Paralelamente, el diferencial de riesgo país entre
Argentina y el promedio de la región saltó de +190 pb a +530pb en los últimos 8
meses.
Esta asimetría entre Argentina y
sus países vecinos pone en evidencia que la corrida contra el peso y contra los
activos argentinos se debe casi exclusivamente a factores domésticos, y muy
poco al escenario internacional. Nos va
mal porque hacemos las cosas muy mal; no le echemos la culpa a nadie. Los
números muestran una verdad irrefutable: políticas fiscales y monetarias más
sustentables generan mejores fundamentos macro, dando lugar (por un lado) a una
moneda doméstica más estable y fuerte, y (por el otro) a un menor costo de
capital (riesgo país).
En este marco y teniendo en cuenta que las políticas fiscal
y monetaria de Argentina son pésimas y las de menor calidad en la región, a nadie le puede sorprender que tengamos la moneda más débil y el mayor riesgo
país (costo de capital) de la región. Por consiguiente, tampoco puede
sorprender que también tengamos la economía real con la peor performance de la
región. Si a la moneda y a la esfera financiera les va mal; no puede haber
inversión, productividad, creación de puestos de trabajo y crecimiento; tampoco
salarios que no caigan.
Para tener (sólo) chances de detener la actual corrida cambiaria y
vencer al actual derrotero macro, hay que atacar sí o sí la madre de todos los
problemas: la política fiscal. Sin embargo, ya no alcanza con anunciar un ajuste fiscal porque es tarde. No es
lo mismo hacer las cosas con convencimiento y en el momento adecuado, que tarde,
a los apurones y, sobre todo, porque te dieron (el mercado) un garrotazo en la
cabeza.
Primero, no se logran los mismos
resultados. Segundo y más importante, sin
credibilidad ni confianza, lo más probable es que los cambios no lleven al
resultado esperado. Peor aún, sin credibilidad ni confianza, los cambios pueden
llevar al resultado opuesto del procurado. Es más, sin credibilidad ni confianza, hacer las cosas tarde termina siendo
parecido a no haberlas hecho nunca. O peor aún, las cosas hechas tarde y mal
pueden terminar acelerando el escenario negativo.
La clave es empezar por intentar regenerar credibilidad y confianza.
La credibilidad y confianza no se
obtienen con magia, por el contrario, hay que ganársela, y para eso hay que
convencer al público. En este sentido,
se necesitan cambios de fondo con cirugía mayor.
Argentina debe hacer un ajuste
fiscal de más de 5 puntos porcentuales del PBI cuanto antes, ya que se necesita
(como mínimo) un superávit primario de +2,5% para que nuestra deuda sea
sustentable (pagable) en el tiempo, y así poder volver a los mercados
financieros internacionales y no depender del prestamista de última instancia
(FMI). Hay que entender que sin FMI entraríamos
en default. A su vez, sin cambios de
fondo y cirugía mayor, cuando los
dólares del FMI se acaben entraremos en default.
El gobierno de Cambiemos, a esta
altura del partido y por propia mala praxis, no puede hacer este ajuste de 5
puntos del PBI que se necesita. ¿Por qué? Porque nunca quiso hacerlo, y en su
lugar aplicó la receta del fracaso (cantado) gradualista que nos trajo hasta
este punto límite, en el cual ya no se puede hacer lo que se necesita hacer
para crecer, sino que hay que rezar y conformarse con tener éxito en
estabilizar la macroeconomía, y sólo sentar las bases para que el próximo
gobierno termine de hacer lo que hay que hacer. La agenda de las reformas estructurales, la inversión, la
productividad, el crecimiento y el empleo será para el próximo gobierno.
Al gobierno no le queda otra que ir
hacia la segunda mejor alternativa (second best): bajar el gasto lo que sea necesario para ir “ya” hacia el equilibrio
fiscal primario, única alternativa para tener chances (no certezas) de parar el
actual derrotero cambiario y macroeconómico. No alcanza con anuncios, debe
haber credibilidad. Si la gente no cree en los cambios, dichos cambios
continuarán fracasando y el derrotero macroeconómico proseguirá en el tiempo.
Se necesita cirugía mayor para que los cambios sean creíbles, generar credibilidad
y confianza; lo cual es indispensable para sentar las bases de un proceso de
estabilización que permita crear las condiciones para que el dólar baje, la
inflación disminuya, estabilizar la macro y el nivel de actividad tenga chances
de repuntar más adelante en 2019.
¿Qué cirugía mayor se necesita? El gobierno debería “dar vuelta” todos
aquellos factores que alimentan el escepticismo y pesimismo de los agentes
económicos. Primero y principal, se
debería dar de baja toda la actual Jefatura de Gabinete. No debería quedar
ninguna de sus tres cabezas en ningún puesto de la administración nacional.
En este marco, no es una señal positiva que el actual Jefe
de Gabinete quede ocupando su lugar, porque
muestra que el señor presidente de la Nación no ha entendido el origen del
problema, ni cuáles deben ser las soluciones de fondo. Jefatura de Gabinete
es el padre intelectual del gradualismo fiscal, de su fuerte endeudamiento, de
la actual pérdida del crédito internacional y también de los pésimos resultados
macroeconómicos: estanflación recargada.
Segundo, se debería reducir la cantidad de ministerios de 23 a 8. Esta
reducción debería implicar, por lo menos, una vuelta atrás con toda las
secretarías, subsecretarías y direcciones creadas por este gobierno (25% más
que CFK). Sin una fuerte reducción de “ravioles” es cosmética, marketing, pero
no cirugía de fondo que ataque el centro de la enfermedad.
Se necesita un solo ministerio de economía que diagrame toda la
política macroeconómica dentro de un esquema de equilibrio general (no parcial)
e inter temporal, analizando y cuantificando todos los impactos directos,
indirectos y cruzados, tanto en el corto como en el mediano y largo plazo. Energía,
Transporte, Producción; Agroindustria son varias de las carteras que deberían
quedar debajo de la órbita del nuevo ministro de Economía. Cuantos más (menos)
queden debajo del nuevo ministro de economía mejor (peor). Si estas cuatro
carteras siguen siendo ministerios, el nuevo Ministro de Economía tiene más
marketing que realidad.
La reducción de la cantidad de
ministerios es fundamental para que pueda haber cambios de nombres y haya
chances de recrear reputación, credibilidad y confianza; o sea para que haya
resultados positivos. Sin cambios de
nombres, muy difícilmente haya reputación, credibilidad y confianza. Es
poco probable que el mercado crea en un ajuste fiscal diagramado y ejecutado
por los funcionarios que no sólo siempre hicieron del gradualismo su
estandarte, sino que también se negaron a cualquier ajuste fiscal mientras hubo
financiamiento.
El ajuste fiscal debería estar construido exclusivamente sobre la baja
del gasto, y nada sobre la suba de impuestos, o eliminación de las bajas
impositivas ya acordadas. En el mediano y largo plazo el ajuste vía más
presión tributaria se volverá más recesivo que el ajuste vía reducción del
gasto. Es más, un ajuste vía impuestos
podría generar el efecto contrario al procurado, es decir, podría deteriorar
aún más la credibilidad y confianza, constituyéndose en todo un riesgo
económico/político. Es más, pensamos que
sería positivo que alguna figura de la oposición se incorporara al nuevo
gabinete. Esta figura de la oposición en el gabinete podría dar
credibilidad al ajuste fiscal trabajando en favor de su aprobación en el
Congreso.
En resumen, en la medida que los
anuncios involucren cambiar absolutamente todos los nombres de Jefatura de
Gabinete, con cambios de fondo en el organigrama ministerial y nuevos nombres,
con un Ministerio de Economía fuerte que englobe Energía; Transporte; Producción
y Agroindustria y un programa fiscal con
inmediato equilibrio primario basado (principalmente) en una baja creíble del
gasto, más chances habrá de regenerar credibilidad, confianza y estabilizar la
macroeconomía. En este escenario, el dólar debería bajar y la inflación
desacelerarse dentro de algunos meses.
Por el contrario, si los anuncios
involucran pocos cambios de fondo y son más de lo mismo, menos chances de
revertir la situación habría. Por ejemplo, si el gobierno anunciara más dinero
del FMI y equilibrio fiscal, pero omitiendo fuertes cambios de organigrama y
nombres, los anuncios no serían creíbles, y en consecuencia los agentes
económicos seguirían descontando malos resultados; y la profecía auto cumplida
continuaría dándose. En este marco, la economía no se estabilizaría, el dólar
seguiría sin techo y la inflación continuaría acelerándose, mientras que la
caída del nivel de actividad se profundizaría. En pocas palabras, la falta de credibilidad y confianza
juegan un rol negativo trascendental. La
falta de confianza y credibilidad no sólo es acumulativa, sino que tiene efecto
potenciado. Se necesita sí o sí cirugía
mayor. En breve nos daremos cuentas si el presidente lo ha entendido.
Muy buen analisis, clarisimo para gente que no viene del palo de la economia.
ResponderEliminarSaludos, Fabian
Pd: no se si recordas que hemos jugado algunos partidos de tenis, recordas?
Buen día, Diego. Clarísimo el análisis, resumido magistralmente en las últimas oraciones. Soy reciente en el liberalismo; por el momento estoy terminando de leer "La economía en una lección" y por comenzar "La riqueza de las naciones"; y he iniciado un blog. Me he tratado de contactar con varias personas, representantes de los partidos y demás, pero no he recibido mayor atención, respecto a una consulta "existencial". Procedo: siendo la base el respeto de la libertad del otro, y además sin aceptar un intervencionismo estatal (por lo menos en mayor grado), ¿qué punto de vista se tiene respecto a un, digámosle, "control de natalidad" para, de alguna manera, regular la propagación de la pobreza en directa relación con la cantidad de nacimientos de clase marginada, intentando romper y liberarse del círculo de la pobreza? Esto, por supuesto, como una solución inmediata sin depender del tiempo que tomarán las variables económicas en modificarse en caso de implementar un sistema liberal. Desde ya, agradezco tu respuesta, saludos.
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