Hablar de Reforma Estructural está de moda. El presidente Macri dijo que "se viene una agenda de reformas permanente" que implica una "transformación muy grande". En el campo económico, las reformas estructurales a encarar son cuatro: del Estado, tributaria; laboral y previsional.
Las cuatro reformas son importantes y deben ser encaradas a la brevedad, pero la reforma del Estado es la más importante de todas. Sin reducir el Estado y bajar el gasto, toda otra reforma es voluntarismo ineficaz. Sin reforma del Estado, Argentina no recuperará el sendero del crecimiento perdido.
En 1998/2016 el PBI per cápita de Argentina creció +16%, mientras que la región mejoró +53%; Chile, 62%;Perú y Colombia, +64%. Sin embargo, para Argentina esta dinámica se ha vuelto dramática en los últimos años.
¿Por qué Argentina es cada vez más pobre? Argentina tiene un gasto público consolidado de 43%/44% y una presión tributaria del 36%/37% del PBI, sobrepasando los estándares de la región por alrededor de entre 15 y 10 puntos porcentuales del producto, respectivamente.
Esta sobredimensión del Estado ahoga al sector privado impidiéndole ganar dinero, desincentivándolo a invertir, ampliar su capacidad producción, mejorar su productividad y crear empleo. No aumenta la oferta agregada. No crece la economía. Estanflación de oferta por asfixia estatal.
MUCHO GASTO
Se puede ver también de una forma más cruda y fácil. Todos los grandes problemas y desequilibrios macro de corto plazo tienen origen en el exceso de gasto. Además de la presión tributaria y el déficit fiscal récord, hay alta inflación porque el BCRA financia al Tesoro con Adelantos Transitorios.
Además, emite pesos ($380.000 millones el último año y medio) para comprar los dólares de la deuda (u$s 46.000 millones en los mercados internacionales con Cambiemos) que también paga la otra ""parte"" del exceso de gasto. Como contrapartida, el BCRA emite LEBACs ($1.138.000 millones de stock actual) para absorber el exceso de oferta monetaria y evitar una hiperinflación.
Dichas LEBACs terminan traduciéndose en un potencial déficit cuasi fiscal (2% PBI). La deuda crece (58% del PBI) y los intereses suben de 2,1% (2015) a 2,7 (2017), alimentando el déficit financiero que se incrementa de 6,1% (2015) a 7,0% (2017) del PBI. Como consecuencia, Argentina tiene el costo de capital más elevado y la inversión más baja de la región.
El costo de capital de Capital de Argentina (361) más que duplica el promedio de la región (+174). Paralelamente, la relación IBIF/PBI de Argentina (14%) se encuentra 9 puntos porcentuales por debajo del promedio de la región (23%). Y como si todo esto fuera poco, la exuberancia fiscal de Argentina aprecia su tipo de cambio restándole competitividad-precio a su sector agroexportador y a sus economías regionales. En este marco, las exportaciones argentinas se encuentran estancadas acumulando una variación interanual de +0,2% en los primeros nueve meses del año.
El desborde fiscal argentino impacta cuando uno analiza los números. Los empleados públicos totales (en los 3 niveles) pasaron de 2 a 4 millones, los planes sociales subieron de 150.000 a más de 4 millones y los jubilados más que se duplicaron creciendo de 4 a 8,5 millones de beneficiarios. Según el Proyecto de Presupuesto 2018, en 2017 hay 24.776.708 de personas que reciben un cheque del Estado.
Paralelamente, la población económicamente activa es 19.996.344, con 10,5 (7,7) millones de trabajadores que (no) aportan al SIPA (Sistema Integrado Previsional Argentina). No cierra por ningún lado. Ni con todos en blanco, violeta, rojo o azul alcanza.
RECORTE
La discusión económica de fondo y más importante es dónde (cuánto) achicar el Estado y en qué cuentas (cuánto) reducir el gasto. Hay que achicar el Estado y bajar el gasto para tener chances de potenciar la inversión, crear empleo y crecer "en serio", minimizando los efectos negativos de un (potencial) endurecimiento de las condiciones financieras externas.
Está claro que el ajuste basado exclusivamente en el recorte de los subsidios económicos (suba tarifas) no alcanza y está condenado al fracaso. El ahorro por baja de subsidios económicos (-1,5% del PBI) es más que compensado por la suba conjunta de jubilaciones y planes sociales (+1,8% del PBI), lo cual explica el salto del déficit financiero a 7,0% del producto en 2017.
Por el contrario, la reducción del Estado y la baja del gasto público deben instrumentarse simultáneamente sobre las cinco principales cuentas que engloban el 94% del gasto primario (antes de intereses) del SPN: jubilaciones (43%); planes sociales (15%); empleo público (14%); subsidios económicos (12%) y obra pública (10%). En este contexto, hay que entender dos conceptos. Primero, es mentira que no se puede bajar el gasto y eliminar el déficit fiscal. Segundo y muy importante, se necesita convicción, decisión y valentía política para hacerlo.
¿Cómo achicar el Estado, bajar el gasto y eliminar el déficit? Traspasar la obra pública (2,3% del PBI) a manos privadas con un esquema de incentivos y garantías a la chilena y/o peruana, permitiría bajar el déficit fiscal de 7,0% a 4,7% del PBI. Adicionalmente, los subsidios económicos (2,8% del PBI) podrían ser eliminados de cuajo mejorando las condiciones de todas las variables (y no sólo las tarifas) de los contratos, permitiendo bajar el déficit fiscal hasta 1,9% del PBI.
Así, el superávit fiscal se alcanzaría reduciendo parcialmente el gasto en planes sociales (3,5% del PBI) y empleo público (3,3% del PBI), que suman 6,8% del producto.
Sin embargo, el gobierno ya eligió no tocar la obra pública, la planta de personal y los planes sociales que aumentan en el Proyecto Presupuesto 2018. En consecuencia, la baja del gasto y la reducción del déficit se materializarían sólo actuando sobre las jubilaciones (10,2% del PBI) y el déficit previsional (3% del PBI). Modificar el sistema previsional está muy bien, pero hacerlo sin tocar la obra pública, los planes sociales y el empleo público no será suficiente.
JUBILACIONES
El actual sistema jubilatorio hipoteca el crecimiento y futuro. El gasto en jubilaciones (10,2% PBI) casi iguala el gasto consolidado en educación (5,6%) y salud (6%). Sin cambios, en breve lo superará. Entre 2009 y 2017 el aumento del gasto en jubilaciones explica el 65% de la suba del gasto total, mientras que el déficit previsional (3,2%) explica casi la mitad del déficit financiero (7,0%) del SPN en 2017.
El efecto precio tiene origen en la fórmula que ajusta las jubilaciones. Desde 2008 a la fecha las jubilaciones acumulan un aumento de +950%, mientras que los salarios (+873%) y la inflación (+762%) crecieron menos. Es decir, las jubilaciones crecieron +24,6% en términos reales.
El efecto cantidad tiene origen en la duplicación de la cantidad de jubilados, de los cuales la mayoría corresponde a las jubilaciones otorgadas sin aportes. Limpiando ambos efectos, el gasto previsional rondaría 5,0% y la ANSES sería superavitaria en 2,0% de PBI. En este marco, el sistema previsional debería tener dos reformas estructurales con modificaciones en: i) fórmula actualización y ii) edad jubilatoria.
La fórmula debería modificarse para eliminar el componente que permite que las jubilaciones crezcan por arriba de "todo". La edad jubilatoria (ambos sexos) debería subir para amortiguar el efecto poblacional explosivo sobre las cuentas de la ANSES.
En este sentido, hay que considerar que la cantidad de personas mayores de 60 se triplicará durante los próximos 25 años y la tasa de fertilidad bajará, con lo cual el número de beneficiarios (jubilados) aumentará sostenidamente en relación con la cantidad de financiadores (trabajadores), y así el sistema funcionará cada vez peor.
En síntesis, reformemos el Estado y bajemos el gasto para que tenga sentido hacer reformas tributarias y laborales. Sin reforma del Estado, es mejor no dilapidar balas.
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