https://www.cronista.com/columnistas/Hay-cambiar-el-plan-economico-del-Chiqui-Tapia-y-Sampaoli--20180702-0098.html
Argentina está sumergida en una
corrida cambiaria cuyos costos probablemente seguirán en aumento. La situación
está lejos de estar controlada, por consiguiente sus consecuencias negativas
continuarían en ascenso. En la esfera monetaria y financiera, el dólar probablemente
prosiga encareciéndose en términos nominales y la inflación mantendrá tendencia
alcista durante los próximos meses. En este escenario, el riesgo país
probablemente suba más.
La corrida cambiaria tiene
profundos costos en la esfera real de la economía. La estanflación no sólo ya está entre nosotros, sino que seguirá en
aumento. La economía continuará enfriándose durante los próximos meses. Los
próximos trimestres tendrán variaciones desestacionalizadas negativas. Hay que
esperar menos inversión, caída del consumo, recesión, destrucción de empleo
(informal y formal), aumento del desempleo (dependiendo que suceda con la PEA)
y más pobreza e indigencia. Un escenario poco alentador.
¿Qué hay detrás de la corrida
cambiaria? El público actúa con expectativas racionales (Robert Lucas Jr.,
premio Nobel 1995). El público utiliza toda la información disponible y conoce a
la “perfección” como “funciona” el modelo del gobierno de Cambiemos y por ende,
sus expectativas son correctas en promedio.
La gente sabe que la política
macro está mal diseñada y que su gestión y aplicación son ineficientes. En este
marco, el público anticipa malos resultados. Con este modelo el público
descuenta más inflación, dólar (nominal) más caro y recesión; y
consecuentemente se protege. ¿Cómo se protege? El público sale del peso y de
los activos argentinos, refugiándose en el dólar y fuera del sistema. Así, se desploma la demanda de dinero; que es el
origen de la actual corrida cambiaria y estanflación. La caída de la demanda de dinero genera el
salto del dólar, la aceleración de la inflación y el desplome de la economía
real. En este marco de expectativas racionales es una profecía auto cumplida.
Hay que cambiar el muchos aspectos del modelo económico parar detener la
crisis cambiaria y revertir sus efectos negativos. Hay que cambiar mucho, al
mismo tiempo, y “ya”. Primero y principal, el
gobierno debe actuar sobre el origen del problema, que es el actual desplome récord
de la demanda de dinero. ¿Cómo sabemos que la caída de la demanda de dinero
es récord? Porque la suba del dólar también es récord. Con una base monetaria
expandiéndose al ritmo interanual de siempre (+25,8%), el actual aumento del
dólar (+57,9%), que casi duplica sus incrementos de 2016 (+30,5%) y 2014
(+29,7%), muestra que la actual caída de la demanda de dinero es estrepitosa.
La demanda de dinero se desploma como consecuencia de la mala política
fiscal. El actual programa fiscal, como no es financiable, genera que los
agentes se fuguen del peso, salgan de los activos argentinos y se refugien en
el dólar. Aunque se cumplan, las nuevas
metas de déficit fiscal primario de -2,7% (2018) y -1,3% (2019) pactadas con el
FMI no sirven para impedir que la
demanda de dinero caiga.
Con las nuevas metas fiscales se
necesitan más de usd45.000 MM de financiamiento de aquí a fin de 2019. Sin
embargo, sólo entrarían usd35.000 MM de organismos internacionales hasta
diciembre’19. Ergo, el gobierno
necesitaría colocar más de usd10.000 M en el mercado doméstico, asegurando
crowding-out y altas tasas de interés hasta fin de mandato. Del otro lado, la
baja inversión, falta de empleo y el pobre nivel de actividad estarían
asegurados. La alternativa para
colocar menos deuda sería mayor devaluación, aunque significaría más caída de demanda de dinero e inflación, o
sea mayores problemas.
Hay que virar hacia metas de equilibrio fiscal primario en 2018 y 2019
para tener chances de revertir la caída de la demanda de dinero y solucionar la
actual coyuntura cambiaria. Con equilibrio fiscal primario en la segunda
mitad de su mandato, el gobierno de Cambiemos tendría su programa financiero
cerrado, no haría falta endeudarse ni devaluar más, y en consecuencia la
demanda de dinero podría estabilizarse y el riesgo país bajar. Menos riesgo
país abarataría el crédito facilitando la vuelta a los mercados de crédito
internacional. Por el contrario, con las actuales metas fiscales luce poco
probable poder retornar a los mercados voluntarios de deuda.
No obstante, el aislado anuncio de nuevas metas de equilibrio fiscal primario en
2018 y 2019 no alcanzaría por sí sólo,
ya que no sería creíble. El público sabe que el actual organigrama atenta
contra el buen diseño, coordinación y gestión de las políticas económicas; y
por ende los resultados son malos. Se
debe cambiar el organigrama y los funcionarios para que el público no descuente
el fracaso y elija cambiar sus actuales expectativas pesimistas, lo cual es
condición necesaria para obtener buenos resultados.
En este marco, es necesario una
reforma del Estado con cambio de la Ley de Ministerios. Se debe desarmar el actual triunvirato de Jefatura de Gabinete y volver
a los 8 Ministerios con un único y fuerte ministro de economía. Este cambio
no sólo permitiría ahorrar gasto cerrando decenas de ministerios, secretarías y
subsecretarías, sino que impulsaría un cambio de expectativas. ¿Por qué? Porque
impulsaría una creíble reducción del gasto y del déficit fiscal, estimulando una
mejor coordinación y gestión de la política macro en general y la política fiscal
en particular.
El cambio de organigrama y un único (fuerte) ministerio de economía son
imprescindibles para que pueda haber cambios de nombre. Por el contrario, con
el actual organigrama difícilmente haya cambios de nombres, ya que ningún
profesional prestigioso aceptará afrontar los costos de una mala gestión. Los eventuales
candidatos son parte del público y en
consecuencia también descuentan malos
resultados futuros. En este sentido, ellos también saben que el actual
organigrama atenta contra el buen diseño, aplicación y gestión de cualquier
plan económico consistente. En este
escenario, dichos candidatos eligen seguir al margen y no involucrarse.
El problema es que se necesitan nuevos funcionarios para tener chances
de revertir el actual escenario y tener buenos resultados. El público no
cree que la actual conducción económica, que es la que nos trajo hasta “aquí”,
pueda rencausar la macroeconomía. Ergo, con los actuales funcionarios (y
organigrama), lo más probable es que el público continúe descontando resultados
negativos. La caída de la demanda de dinero será una amenaza recurrente y la
profecía auto cumplida continuará a la orden del día. Pregunta señor lector: ¿Usted
cree que la actual organización de la AFA, con Chiqui Tapia; Angelici, Sampaoli
y Julito Grondona al mando de los seleccionados juveniles nos hará ganar el
mundial de Qatar 2022? Bueno, con la
economía es exactamente igual.
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