por Diego Giacomini y Javier Milei
http://www.perfil.com/columnistas/Hacia-una-nueva--Carta-Organica-20151127-0063.html
En el largo plazo, expandir la oferta monetaria por sobre el ritmo de crecimiento de la demanda de dinero termina matando el crecimiento y la generación de empleo. La teoría y la evidencia empírica nos lo enseñaron en la década del ‘70s. Aunque los datos de la región lo convalidan fuertemente, todavía por estas tierras algunos se niegan a internalizarlo. Si se compara 2014 con 1998, el PBI per cápita de la región (con baja y estable inflación) creció en promedio +72%, mientras que el de Argentina (con elevada y sostenida inflación) cayó-14%. El nuevo gobierno tiene que tener entre sus principales objetivos económicos bajar la inflación a los estándares internacionales para poder recuperar el sendero de crecimiento.
En el largo plazo, expandir la oferta monetaria por sobre el ritmo de crecimiento de la demanda de dinero termina matando el crecimiento y la generación de empleo. La teoría y la evidencia empírica nos lo enseñaron en la década del ‘70s. Aunque los datos de la región lo convalidan fuertemente, todavía por estas tierras algunos se niegan a internalizarlo. Si se compara 2014 con 1998, el PBI per cápita de la región (con baja y estable inflación) creció en promedio +72%, mientras que el de Argentina (con elevada y sostenida inflación) cayó-14%. El nuevo gobierno tiene que tener entre sus principales objetivos económicos bajar la inflación a los estándares internacionales para poder recuperar el sendero de crecimiento.
La ciencia económica explicó que la inflación es siempre y en todo
lugar un fenómeno estrictamente monetario, dejando en claro que la política
monetaria es la única herramienta eficaz para bajar y luego prevenir la
inflación. Así, los Bancos Centrales de todo el mundo aplican políticas
monetarias (prudentes) que tienen como principal objetivo de largo plazo
mantener la inflación “baja” y “estable”.
En este marco, se entiende que hay que refundar el Banco Central para
poder bajar la inflación. Hay que promulgar una nueva Carta Orgánica para el
BCRA. La nueva carta del Banco Central no tiene que tener objetivo dual
(inflación y nivel de actividad), porque una política activista
deterioraría la performance de la política monetaria, despertando el trade-off
entre output y fluctuaciones en la inflación, lo cual conduce a sub-óptimos en
la política monetaria. O sea, crece el riesgo de “más” inflación, lo cual
termina castigando el nivel de actividad y el empleo. Además, el Objetivo Dual complica
la comunicación entre el Central y los agentes económicos, siendo contraproducente
para su credibilidad y la calidad de su política.
La nueva Carta Orgánica (votada en el Congreso) debe dejar en claro que
la estabilidad de precios debe ser
el único y predominante objetivo de largo plazo para la política monetaria del
BCRA. El nuevo BCRA tiene que ser
independiente en materia de instrumentos de política monetaria a utilizar y
debe está obligado a construir y fortalecer la transparencia y la comunicación
con los agentes económicos. Se debe elaborar un Plan Monetario anual con
seguimiento trimestral que debe ser informado, publicado, explicado y defendido
en el Congreso de la Nación con mecanismos de auditoría institucionalizados. Paralelamente,
la estabilidad financiera también tiene que ser objetivo de política para la
autoridad monetaria.
El BCRA tiene que fijar un ANCLA NOMINAL para definir y acotar su
compromiso con la estabilidad de precios. Hay cuatro tipos de ancla
nominal: i) Convertibilidad (y dolarización como caso extremo); ii) Tipo de
cambio fijo; iii) Metas de Agregados Monetarios y iv) Metas de Inflación. Las
dos primeras no son opción. Tampoco
están dadas las Condiciones para ir a Metas de Inflación (para esto sería
necesario tener ancladas las expectativas de inflación). No hay
Transparencia en la Comunicación entre la Autoridad Monetaria y los agentes
económicos, no hay un ancla nominal pre-existente para las expectativas en la
Economía, tampoco hay credibilidad, ni reputación (anunciar, explicar y luego
cumplir). Menos aún hay transparencia en la información y la política
monetaria. Tampoco existe un índice de precios creíble sobre el cual fijar
objetivo central, techo y piso. Además, la experiencia internacional muestra que actualmente
un Programa de Metas de Inflación no le serviría a la Argentina porque se parte
de inflación muy elevada; y en consecuencia se necesitarían muchos años hasta
bajarla a un dígito. La experiencia
internacional de Chile, Colombia, Perú y Brasil muestran que las Metas de
Inflación bajaron la inflación, en promedio, 2.4 puntos porcentuales por año en
esos países. Así, Chile y Colombia tardaron
10 y 8 años en bajar la inflación de 30% y 33% a 2.7% y 3.0%; respectivamente.
En este marco, hay que conducir la Política a partir de
Agregados Monetarios (ANCLA NOMINAL). Los agregados monetarios tienen
valiosas ventajas para eficientizar la política monetaria y bajar rápidamente
la inflación: i) proveen información rápida, transparente y sencilla para
transmitir, explicar y conducir la política monetaria; ii) pueden ser usados
para brindar señales de las intenciones del BCRA; iii) hacen sencillo el monitoreo
de la Política Monetaria y iv) al ser transparentes y fáciles de monitorear,
fortalecen la credibilidad y ayudan a la construcción de reputación.
¿Qué agregado monetario escoger? Históricamente, M1 tiende a
sobrecrecer (1957/1958 y 1973/1974) y termina generando crisis (1959 y 1975) con
devaluación y elevada inflación. Nuevamente, en los últimos años ha habido una
sobre expansión de M1 que asciende, según nuestras estimaciones, a 3.7% del PBI
($200.000 MM). De hecho, el peso
relativo de M1 en términos de M3 en Argentina (49%) más que duplica al de la región
(19%), lo cual potencia el riesgo
cambiario e híper inflacionario. Justamente, un M1 “fuera de control” impide que el tipo de cambio pueda flotar y
hace que cualquier devaluación se traslade rápidamente a precios. Por el
contrario, con un Banco Central que se preocupa por emitir sólo lo que crece la
demanda de dinero, la devaluación no se traslada a precios.
En este marco, las Metas de Agregados Monetarios deben
estar edificadas sobre M1 que en el caso de Argentina está cointegrado con el
PBI nominal. En otras palabras, en
Argentina hay una relación de equilibrio
de largo plazo que vincula a M1 y el
PBI nominal. Dado que ambas series se mueven juntas, controlando M1, se controla el PBI nominal y la inflación; promoviendo
la estabilidad de precios y sentando las bases para estimular el crecimiento de
M3, el crédito, la inversión, el crecimiento y el empleo.
En definitiva, la política monetaria de inicio (dado el alto nivel de inflación con
el que se arranca) debe ser delineada a partir de metas sobre el agregado monetario M1. La teoría y la
evidencia empírica son contundente en este sentido: “en contextos de alta
emisión monetaria, elevada monetización, baja penetración financiera y alta
nominalidad en la economía, los objetivos de (crecimiento) agregados monetarios
son útiles para enviar (contundentes) señales sobre la decisión (del Central)
de bajar la inflación. Así, una vez que
la tasa de inflación sea baja y se puedan anclar las expectativas
inflacionarias, recién ahí se puede pasar a un sistema de metas de inflación,
cuyas pre-condiciones necesarias ya estarán dadas por las Metas de Agregados.
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