http://www.ambito.com/865914-impuestazo-a-renta-financiera-aceleraria-inflacion
Desde las elecciones
en EEUU, el peso argentino se depreció un +6,7% contra el dólar. Algo similar
aconteció en Méjico (+10,4) y Brasil (+9,5%). En este marco, algunos caen en la
tentación de echarla “la culpa” al efecto Trump. Sin embargo, las monedas de Chile
(+3,5%); Uruguay (+2,3%); Paraguay (+1,5%); Colombia (+0,5%); Perú (+0,1%) y
Bolivia (-0,2%) casi no se “movieron”, poniendo en evidencia que la política
doméstica es lo que más “importa”.
Puntualmente, la depreciación del peso argentino es
principalmente consecuencia de los últimos movimientos de política monetaria y
fiscal. Del lado monetario, la baja de la tasa de referencia(-
200 bps) se tradujo en un aumento (+$42.480 MM) de la base monetaria de +6,3%
nominal en noviembre, con lo cual el apretón monetario disminuyó de 21,0% a
17,5% en términos reales. Paralelamente, la baja de tasa redujo la demanda especulativa
(para aprovechar tasa) de dinero, potenciando la caída de la demanda de dinero
por motivo transacción (por menos actividad). Esta reducción de la demanda de
dinero generó un exceso de oferta en el mercado monetario que se tradujo en
mayores expectativas de inflación y en exceso de demanda el mercado cambiario,
lo cual presionó sobre el tipo de cambio y encareció al dólar.
Del lado de la
política fiscal, todas las últimas “noticias” también contribuyen a que el peso
pierda poder adquisitivo. Primero, en octubre pasado el déficit fiscal aumentó
+177% interanual, asegurando que la meta (4,8% del PBI) de déficit primario de
2016 no sea cumplida. De acuerdo con nuestras estimaciones, si en noviembre y
diciembre el gasto crece al ritmo de los últimos tres meses, el déficit
primario ascendería a 5,4% del PBI en 2016. Segundo, se aprobó el Presupuesto
2017 con proyecciones de ingresos y gastos sobre y subestimados; respectivamente.
En este marco, de acuerdo con nuestras estimaciones, lo más probable es que el
déficit fiscal total (Nación + Provincias) tenga un piso de 8,8% y pueda
ascender hasta 9,5% del PBI en 2017. Mayor déficit fiscal se traduce en mayores
expectativas de inflación y devaluación, estimulando la demanda de dólares.
Tercero, la oposición aprobó en Diputados un impuestazo a los activos
financieros que desalienta la demanda de dinero (ahorro en activos financieros)
y estimula la demanda de dólares.
Concretamente, la aprobación del impuesto a los activos financieros aumentará el desequilibrio
monetario, potenciando el exceso de demanda en el mercado cambiario y las
presiones sobre la inflación y el dólar. En este marco, este impuesto dificultaría
el manejo de la tasa de interés y la política monetaria des inflacionaria del
BCRA, porque obligaría a la autoridad monetaria a subir la tasa de referencia para
equilibrar el mercado monetario y cambiario; y así evitar que aumenten las
presiones sobre la inflación y el tipo cambio.
En definitiva, el Impuestazo de Ganancias sobre los activos financiero es potenciar la
“madre” de todos los problemas: la mala política fiscal. No es otra cosa que
“la política” metiendo la cola y entorpeciendo el trabajo del Banco Central
porque necesariamente implicará: i) más tasa de interés ó ii) más
inflación y dólar más caro en términos nominales, pero no reales.
En definitiva, hay que seguir muy de
cerca las intromisiones de “la política” en la política monetaria, el
comportamiento del mercado de dinero y el accionar del BCRA. Si “la política”
no avanza sobre el BCRA, el impuestazo a los activos financieros no “sale” y el
BCRA deja la tasa de referencia inmóvil durante el verano (hay caída estacional
demanda de dinero a finales de enero y en febrero), hay probabilidad que continúe
la política monetaria prudente, el proceso des inflacionario prosiga y en
consecuencia se puedan alcanzar las metas de inflación. Por el contrario, si
“la política” presiona para seguir bajando la tasa en el corto plazo y además
“sale” el impuestazo a los activos financieros, el escenario monetario,
cambiario e inflacionario se complicará. En este marco, habría que esperar más
expectativas de inflación, más inflación, dólar más caro, menos crédito y menor
nivel de actividad y empleo que el que se estaba proyectando para 2017. Los
políticos nos siguen jugando “en contra”.
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