De acuerdo con nuestro análisis, el tipo de cambio no es el origen del problema. Tampoco la solución. En la actualidad, el tipo de cambio real de la Argentina contra el dólar estadounidense se encuentra un 7% por encima de los niveles de fines ú. Lo relevante no es la foto actual del tipo de cambio real, sino su dinámica de los últimos años. La dinámica del tipo de cambio real muestra que su valor de equilibrio sería un nivel más bajo que el actual.
Es decir, nuestra economía muestra una natural tendencia apreciadora. De hecho, está demostrado que en Argentina se verifica la PPP. Dicha tendencia del tipo de cambio hacia la apreciación no es patrimonio único de Argentina, sino que por el contrario se verifica en toda la región. En la actualidad, los tipos de cambio reales (contra el dólar) de Brasil, Chile; Uruguay y Perú se encuentran entre un 25% y 40% más apreciados que el caso argentino
La diferencia es el camino que se transita en la apreciación del tipo de cambio, que puede ser vía nominalidad (países de la región) o precios (Argentina).
La dinámica del tipo de cambio real muestra que en las actuales condiciones fiscales y monetarias que enfrenta nuestra economía una devaluación “instantánea” del tipo de cambio no es parte de una solución, sino de un agravamiento de los problemas. De hecho, Argentina es el país que más devalúa en la región y su inflación cuadriplica y quintuplica a la de nuestros países vecinos.
La dinámica del tipo de cambio muestra que una devaluación se trasladaría 1 a 1 precios en un breve período de tiempo, agravando los problemas inflacionarios y todas sus consecuencias nocivas como las expectativas de inflación, devaluación y su impacto en el mercado paralelo cambiario.
De hecho, el reciente y actual proceso de aceleración del ritmo de depreciación del tipo de cambio nominal oficial está acelerando la inflación, que tiene un piso cada vez más elevado aún con menor nivel de actividad. También impacta acelerando las expectativas de inflación. Según la UTDT, las expectativas de inflación para los próximos 12 meses se ubican entre un 30% (mediano) y un 32.7% (promedio) anual, siendo más elevadas en el interior que en CABA y GBA.
Mayor inflación se traduce en mayores expectativas de inflación en forma directa. Esto se entiende pensando en un simple modelo de expectativas adaptativas. Si a esto le sumamos una fuerte expansión monetaria, una aceleración del ritmo de devaluación y una fuerte pérdida de reservas que hace crecer el tipo de cambio de cobertura, en un modelo de expectativas racionales las previsiones de mayor inflación y depreciación se redoblan y crecen exponencialmente. El tipo de cambio paralelo y la brecha cambiaria tienen una clara tendencia alcista en el mediano y largo plazo.
La actual política que se aplica para mantener el dólar paralelo e intentar cerrar la brecha cambiaria es ineficiente y no es sustentable en el largo plazo. De hecho, en la actualidad la brecha cambiaria se encuentra en torno a su promedio de todo 2013 (55%) y su tendencia es estructuralmente alcista. En este contexto, aumentar el ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial sólo va a terminar sirviendo para subirle el “piso” al dólar paralelo en el mediano plazo.
A mayor cantidad de pesos (por emisión para asistir al Tesoro) y menos dólares (por fuga de reservas) en la economía, mayor tipo de cambio de cobertura, mayores expectativas de inflación, aceleración del aumento del nivel general de precios, incremento de las expectativas de devaluación, más elevado dólar paralelo y mayor brecha cambiaria.
De acuerdo con nuestro análisis y modelo econométrico, con las actuales políticas fiscales, monetarias y cambiarias, el dólar paralelo se ubicaría en torno a 22 y 24 pesos por dólar hacia finales de 2014 con una brecha cambiaria en torno a 130%. En este marco, la tasa de crecimiento convergería lentamente a 0% anual y la tasa de desempleo subiría.
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