El precio internacional de la soja es usd350, un 50% por encima del precio
promedio de 2001/2007. Es decir, el
precio de la soja no se nos vino “encima”. No obstante, se percibe que el actual
precio no “alcanza” para dinamizar el nivel de actividad, que caería en torno a
-3% en 2014 y, “con más de lo mismo”, se contraería aún más en 2015.
¿La pregunta a contestar es
por qué en 2007 una soja a usd317 alcanzaba para motorizar crecimiento y ahora
una soja de usd350 no “nos sirve”? La soja como motor de tracción macroeconómico depende de su poder
adquisitivo en la economía doméstica. Y el poder adquisitivo es
función creciente del tipo de cambio real. Con un tipo de cambio real más
depreciado (dólar más caro) hay mayor poder de tracción porque una tonelada de
soja puede comprar mayor cantidad de bienes y servicios en esa economía, generando mayor demanda agregada y por ende nivel de actividad.
Un fenómeno Regional: los commodities traccionan menos.
No sólo la soja perdió fuerza dinamizadora. Todas las principales exportaciones de los países de la región
perdieron capacidad para dinamizar sus respectivas economías entre 2014 y 2007;
es un fenómeno regional. En este sentido, tanto el hierro en Brasil, como también el
cobre en Chile y Perú vieron su poder adquisitivo deteriorado entre
2014 y 2007. El poder adquisitivo del cobre en Chile (-5%) y Perú (-22%) cayó
fuertemente en esos años. Igual que el poder adquisitivo del hierro en Brasil que se
redujo -27% en 2014/2007. En este contexto, no sorprende que todos los países de
la región crezcan menos en 2014 que en 2007.
La caída del precio del
hierro (-25%) es similar a la contracción de su poder adquisitivo en Brasil (-27%). Lo mismo sucede con el precio del cobre (-7%) y su
poder adquisitivo en Chile (-5%). En ambos casos el precio internacional
cae “casi lo mismo” que su poder adquisitivo porque el tipo de cambio real
permanece constante. En Perú, la caída del poder adquisitivo del cobre (-22%) supera la baja de su precio (-7%) debido a que el dólar se abarató fuertemente; el tipo de cambio real cayó de 0.93
(2007) a 0.79 (2014).
La Soja en Argentina y Brasil.
Pero en Argentina sucede algo distinto que con el precio del cobre y el hierro. El actual precio de la soja es sensiblemente menor al de 2011/2013, pero es más elevado que el de 2007. Es decir, la soja se está comportando en el mercado internacional mucho mejor que el hierro y el cobre, lo cual quiere decir que en términos relativos a nuestra principal exportación le va mejor que a la principal exportación de Brasil; Chile y Perú.
Sin embargo, no obstante que el precio de la soja sube (+10%) en el mercado internacional, su poder adquisitivo se reduce un 32% en 2014/2007 en nuestro mercado doméstico. En Brasil no sucede lo mismo que
en Argentina, ya que la suba de la soja se traduce en un incremento de su poder adquisitivo en el mercado interno brasilero: +7% en 2014/2007. ¿Por
qué? Porque en Argentina el dólar se abarató un 38% en términos
reales (de $1.76 -2007- a $1.1 -2014-), mientras que en Brasil permaneció estable (de R0.63 a R0.61). La variable tipo de
cambio real es clave.
Tipo de Cambio Real.
En la región hay dos patrones bien diferentes en materia de tipo de cambio
real. Por un lado están Chile, Brasil y
Perú que mantienen prácticamente constantes sus tipos de cambio reales en 2014
/ 2007; por el otro está Argentina que lo aprecia fuertemente.
Entender las razones por las
cuales el tipo de cambio real se aprecia tanto en Argentina es el punto más
importante de todos y, tal vez, el que es crucial entender. Hay que entender, en la actualidad y por ahora, no hay manera de ganar en forma sostenida y permanente competitividad en materia de tipo de cambio.
La apreciación del tipo de cambio real de
Argentina es similar cuando se compara 2008/ 2014 (-33%) con 2003/2007 (-30%), lo cual mostraría que las políticas
fiscales, monetarias y cambiarias aplicadas entre 2008 y 2014 (con CFK) tuvieron
sobre el tipo de cambio real efectos similares que las políticas que se habían
aplicado entre 2003 y 2007 (Con Néstor). Vayamos a los números.
En 2008/2014 (351%) hubo mucha más inflación que en 2003/2007 (59%). Del
otro lado, mientras que el dólar nominal se encareció un 168% (de $3.14 a
$8.45) en 2008/2014, el tipo de cambio nominal bajó un 4% (de $3.26 a $3.14) en
2003 / 2007. Estos números conducen al mismo resultado en materia de tipo de
cambio real en ambos períodos, lo cual
queda en evidencia en el gráfico 3 en donde se observa que la tendencia (ritmo)
de apreciación del tipo de cambio real es similar a lo largo de todo el período
2003 / 2014.
¿Qué muestra el gráfico de arriba? Que el tipo de cambio cayó siempre al mismo ritmo en los 11
años que hay entre 2003 y 2014 sin importar las políticas fiscales, monetarias o los resultados de balanza de pagos, lo cual muestra que el desequilibrio de tipo de cambio real (dólar híper caro) en el punto de partida era tan grande, que estaba condenado inexorablemente a apreciarse siempre más o menos al mismo rimo más
allá de lo que se hiciera en materia de política económica. No había nada para
evitarlo. Con superávit
fiscal y baja emisión monetaria, se abarataría por vía de apreciación nominal y
menos inflación. Con déficit fiscal y fuerte emisión, se abarataría con una
fuerte inflación ganándole a la devaluación nominal.
¿Qué consecuencias implica? Que las condiciones del período 2003 / 2007 son imposibles de replicar. Ni siquiera se pueden replicar las del 2010/2012.
El comportamiento de los tipos de cambio de los otros países es diametralmente opuesto a los que sucede en nuestra economía. Del otro lado, los tipos de cambio reales del resto de los países de la
región (Chile, Brasil y Perú) son mucho más bajos que en Argentina, porque sus
políticas macro son más consistentes y creíbles que las nuestras, lo cual provoca mayores ingresos netos de
dólares vía cuenta de capital fortaleciendo sus monedas.
En otras palabras, si desde 2007 Argentina no hubiese hecho lo que hizo y hubiese puesto en prácticas políticas "normales", el tipo de
cambio real se habría apreciado mucho más que lo que efectivamente se apreció con nuestra inflación observada y por ende; la contribución de la soja como motor de la economía se hubiera debilitado aún más. Sin embargo, habría otras
variables (más ingresos de capitales, IBIF e IED) que más que compensarían el
menor poder adquisitivo de la soja aportando mayor dinamismo a nuestra
economía. Los números confirman esta última afirmación. A excepción de
Venezuela, Argentina será el país de la región con peor actividad económica en
2014.
En síntesis, hay que entender que con
políticas racionales, consistentes y creíbles, Argentina convergería hacia un tipo
de cambio real más bajo que el actual; y por ende deberíamos contar aún menos con la soja de lo que contamos hoy en día.
El problema es que como en la actualidad hay
inconsistencia en las políticas y falta de credibilidad, tenemos un dólar con equilibrio múltiples, donde para un escenario de alta confianza la moneda se
fortalece y con ello el tipo de cambio real cae, mientras que para situaciones
de desconfianza la moneda local se deprecia y el tipo de cambio real sube.
Con equilibrios múltiples y
en el actual escenario de falta de credibilidad, el peso muy probablemente se
devaluará y el dólar se encarecerá, sin embargo el tipo de cambio
real subirá sólo unos pocos meses. La
devaluación se trasladará rápidamente a inflación y el tipo de cambio real
volverá a caer aún más que previo a la devaluación; y el tipo de cambio real de nuestro
país se seguirá acercando inexorablemente a los de la región.
En este punto entra el escenario internacional. Desde 2012 el dólar viene ganando poder adquisitivo suavemente y con
ello la soja baja en el mercado internacional. Se espera que el dólar siga
ganando poder adquisitivo y por ende la soja siga perdiendo (suavemente) valor
en 2015 / 2017. En este futuro escenario será vital poder recuperar el tipo de
cambio como herramienta de política económica para amortiguar la baja de la
soja y su cada vez menor fuerza para motorizar la economía. Brasil, Chile y
Perú tienen esa herramienta disponible en la actualidad. Nosotros, no. Para poder tenerla tenemos que hacer profundas reformas institucionales. Bajar el gasto público y la presión tributaria en términos del PBI y virar hacia un esquema de metas de inflación.
En definitiva, en los años dorados del actual modelo económico la soja fue (a
expensas de otras fuentes de crecimiento como la IBIF, IED, etc) el principal
activo de nuestra economía porque tuvimos un gobierno que no hizo las cosas
bien y usufructuó un desequilibrio que tarde o temprano se iba a ir inexorablemente agotando. En este
sentido, hiciéramos lo que hiciéramos con la política fiscal y monetaria, ese desequilibrio inexorablemente se iba ir
corrigiendo y el empuje de la soja se agotaría. De hecho, ya está agotado. Este
gobierno ya no puede vivir de la soja. El ajuste todavía no terminó. El próximo gobierno podrá vivir menos aún de la soja.
A la pérdida del poder adquisitivo de la soja por apreciación del tipo de
cambio real hay que sumarle el impacto negativo de la baja del precio
internacional. No se desploma, pero cada vez será inferior. No hay nada que
hacer. Vamos a tener que depender menos de la soja.
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