Vanoli no entiende el método de formación de Expectativas.
Versión Nota Publicada en Infobae el Sábado 25/10/2014
La economía argentina está
actualmente inmersa en una fuerte, generalizada y creciente estanflación (alta inflación con recesión) en un
marco de crisis cambiaria. La corrección, suavización o agravamiento de la
estanflación no dependerá sólo del accionar
gobierno y sus políticas, sino también de las expectativas que nosotros (los
agentes económicos) formemos a partir del accionar del gobierno. No seremos
meros espectadores; y es imprescindible que el gobierno lo entienda.
El actual proceso
estanflacionario es consecuencia de elementos que se retroalimentan en forma
negativa. Primero y fundamental, la inconsistencia entre la política
fiscal, monetaria y cambiaria es el origen de los problemas. Segundo, el
público hizo un proceso de aprendizaje en materia de formación de expectativas que
potencia el resultado estanflacionario de las políticas oficiales. Tercero y no
menor, si bien el gobierno tiene la
percepción que las expectativas son importantes, el problema es que no comprende
cuál es su mecanismo de formación; y esto último es lo más perjudicial de todo.
En línea con lo que la teoría
monetarista explica y la evidencia empírica muestra, en los primeros años del
modelo K se lograron efectos reales
(actividad y empleo) a cambio de aceleración inflacionaria (“el famoso un poco
de inflación aceita la economía) porque los agentes económicos preveían
incorrectamente la inflación debido a que 10 años de Convertibilidad habían
dañado la memoria inflacionaria. El BCRA logró que la tasa de expansión
promedio del PBI ascendiera a 8% anual “gracias” una aceleración inflacionaria que
pasó de 3,7% (2003) a 9,6% (2006) y 22,4%
(2008).
Sin embargo, en 2011/2012 el público hizo el aprendizaje acelerado por el cepo y cambió
su mecanismo de formación de expectativas de inflación, pasando de un modelo de
expectativas adaptativas (mirando la inflación pasada) a un modelo de
expectativas racionales (mirando los fundamentos económicos). ¿Por qué
cambió el público? Porque a diferencia de 2005 / 2008 cuando el BCRA emitía
para comprar dólares y acumular reservas, en 2011 / 2012 el Central comenzó a
emitir pesos para financiar al Tesoro (no para comprar dólares) y empezó a perder
reservas, lo cual se potenció con su nueva Carta Orgánica (2011) y la política
oficial de des endeudamiento. Así, el público, en línea con la teoría económica
y sin necesidad de armar modelos matemáticos y/o correr modelos econométricos,
se pasó (para proteger su poder adquisitivo) a un comportamiento consistente
con el modelo de expectativas racionales anticipando mayor inflación y
devaluación futura.
En pocas palabras, a la hora de prever la inflación
(devaluación) futura, con expectativas racionales los agentes económicos empiezan
a tener en cuenta el impacto monetario del déficit fiscal, la resultante cantidad
de pesos y las reservas del BCRA.
La formación de expectativas
racionales le permite al público formar sus expectativas de inflación en forma
correcta (no como en 2005 / 2008)y la política de emisión (cada vez más fuerte)
del BCRA deja de tener efectos reales (actividad y empleo); y sólo acelera
sostenidamente la inflación. Los números avalan esta realidad. La tasa de
expansión del PBI se ubicaría en promedio en 0% en 2012 / 2014 con una
contracción de -3.0% este año. Paralelamente, la inflación Congreso pasó de
25.4% (dic’12) a 28.3% (dic’13) a 40.9% (sept’14).
Concretamente, en 2003/2014 M2
(neto de actividad) creció en promedio al 18% anual; exactamente lo mismo que
la inflación. Punta a punta, los precios y la inflación se multiplicaron ambos
por 7. La emisión sólo dejó el efecto inflacionario. La teoría cuantitativa del dinero y Milton Friedman reinan en los 141
meses de administración K.
Dejar atrás la estanflación exige
que los agentes económicos reduzcan sus expectativas de inflación (para así
bajar la inflación) y de devaluación. Teniendo en cuenta que el actual
mecanismo de formación de expectativas es racional, las expectativas de inflación y de devaluación disminuirán si y sólo si
se reduce el déficit fiscal, se desacelera la emisión monetaria, se detiene la
pérdida de reservas y mejora la relación pesos/ dólares en la economía. Además,
estos cambios de política son
imprescindibles para que el gobierno deje de generar presiones de demanda fuertemente
inflacionarias en un contexto de contracción de oferta agregada; esto
último es el verdadero centro de nuestros problemas económicos.
¿El gobierno entiende la relación que hay entre sus políticas, las
expectativas y la estanflación? La
respuesta más sensata parecería ser: No. En este sentido, sólo basta con analizar
algunas de las declaraciones del nuevo presidente del BCRA.
En sus declaraciones el
presidente del BCRA deja en claro que no
cree que la inflación y las expectativas del público sean fenómenos monetarios.
Es más, aclara que según su punto de
vista el actual ritmo de crecimiento de los agregados monetarios es el
adecuado, consiguientemente no se puede esperar ni moderación ni cambio alguno
en el ritmo de emisión y/o política monetaria.
También afirma que no le gustan
las tasas altas, lo cual desnuda una vocación pro incentivación del consumo
como motor de la demanda agregada y el nivel de actividad. Además, se declara a
favor de las fuertes regulaciones de la oferta agregada para combatir la
inflación (habla de los sectores “concentrados” que fuerzan aumentos de
precios). Si a esto último se le suma que admite tener la misma filosofía
económica que el Ministro Axel Kicillof, se puede deducir que seguirá
financiando al Tesoro en su agresiva política de crecimiento del gasto público
y del déficit fiscal. Para terminar, Vanoli declaró “que las reservas están
para ser utilizadas”; ergo tampoco hay que esperar que el BCRA desaliente las
expectativas de devaluación.
En resumen, lo más probable es
que el déficit fiscal y el señoreaje vayan en aumento en un marco en el cual
las reservas continuarán gastándose. Sin embargo, el tipo de cambio oficial muy
probablemente continuaría como ancla anti inflacionaria. De esta manera, la
relación pesos (emite) / dólares (se gastan) sigue deteriorándose. Así, las
expectativas de inflación y devaluación muy probablemente seguirán ganando
terreno. Consecuentemente, la demanda de dinero continuará debilitándose y la
inflación, al igual que sus expectativas, se acelerará. Seguirá sin haber
sorpresa inflacionaria (coinciden expectativas de inflación con la inflación
observada) y la recesión se acentuará. En este marco, lo más razonable sería esperar más estanflación y que la economía se
dirija a un episodio similar al de enero pasado, pero más fuerte porque
todos los fundamentos macro están peor que hace 10 meses atrás.
Sin embargo, existe la posibilidad que el gobierno acuerde con los hold outs para no
llegar a otro enero como el del año pasado. Con “acuerdo y endeudamiento” pero sin cambio
de políticas fiscal y monetaria sólo se lograría amortiguar el escenario
negativo 2015, porque el ingreso de dólares frescos sería insuficiente para
revertir las expectativas negativas en forma completa.
En pocas palabras, sin acuerdo con los hold
outs hay pocas dudas que la estanflación 2015 sería más virulenta que la
estanflación 2014. Con acuerdo y financiamiento, hay chances que la
estanflación de 2015 sea más suave que la 2014. Esa chance dependerá (negativamente)
de la agresividad de la política fiscal y monetaria expansiva y (positivamente)
del caudal de dólares que ingresen. Sin embargo, lo más probable de
todo es que siga habiendo estanflación el año que viene.
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