Las principales críticas económicas que enfrenta el gobierno de Cambiemos tienen origen en la esfera fiscal. Se lo critica porque se lo acusa de agrandar los (enormes) problemas fiscales dejados por Kiciloff. En este marco, se le endilga que agrandó el gasto, no bajó los impuestos, incrementó el déficit y aumentó las necesidades de financiamiento.
Sin embargo, el gobierno sostiene que está arreglando (gradualmente) “lo fiscal” y afirma que vamos por el “buen camino”. De hecho, el Ministro de Hacienda anunció que en el primer semestre 2017 se sobre cumplió la meta (-2,0%) de déficit primario (antes de intereses) por 0,6% del PBI, ya que el déficit primario ascendió a -1,4% del producto (-1,5% según el PBI estimado por Hacienda). En este contexto cabe preguntarse: ¿El optimismo fiscal del gobierno tiene fundamentos sólidos?
De acuerdo con nuestro análisis, no hay fundamentos para el optimismo fiscal, porque el sobrecumplimiento de la meta de déficit primario se debe, principalmente, a que la meta es muy poco ambiciosa tanto en términos anuales para el primer semestre del año y, en menor medida, a que se computan ingresos extraordinarios del blanqueo, que son por única vez y no estarán más de aquí en adelante.
Primero, las metas anuales de déficit primario son muy laxas. Dujovne relajó excesivamente las metas fiscales originales, incrementando el gradualismo y posponiendo el equilibrio primario. Según el actual Ministro de Hacienda, el relajamiento fiscal fue consecuencia de la Ley de Reparación Histórica. De acuerdo con nuestra visión, el relajamiento fiscal fue en realidad una elección de política, ya que el incremento de las metas fiscales excede holgadamente el costo de la Reparación histórica.
Segundo, la meta fiscal del primer semestre 2017 es muy poco exigente con relación al desempeño estacional del déficit fiscal primario. Por un lado, la meta de déficit del primer semestre equivale al 48% de la meta anual (2% de meta semestral sobre 4,2% de meta anual), pero el déficit fiscal suele tomar cuerpo mayormente en el segundo semestre de todos los años.
Esto se puede ver tomando una muestra de cada uno de los últimos años en dónde existió déficit primario para comparar. En todos los casos, el déficit del primer semestre fue ampliamente menor al 48% (meta) del déficit anual. El registro más alto fue 40% en el año 2015, en el cual el gasto público se vio impulsado por el calendario electoral en el primer semestre, aminorando el ritmo de los pagos sobre la segunda parte del año.
En tercer lugar, al igual que lo acontecido en 2016 cuando la meta fiscal se terminó sobre cumpliendo, el déficit fiscal primario del primer semestre 2017 se minimizó computando los ingresos fiscales provenientes del blanqueo, lo cual favorece aún más al cumplimiento de la meta del primer semestre.
En el primer semestre 2017 los ingresos por blanqueo ascendieron a $+40.533 MM (+0,4% del PBI). Computando los ingresos por blanqueo, Hacienda logró reducir el déficit primario de 1,8% a 1,4% del PBI durante la primera mitad de este año. En otras palabras, el déficit primario sin ingresos por blanqueo del primer semestre 2017 (1,8% del PBI) habría sido 0,4 puntos porcentuales superior al déficit primario del primer semestre 2016 (1,4% del PBI). Sin embargo, aún sin computar los ingresos por blanqueo, la meta fiscal del primer semestre 2017 (2,0% del PBI) se habría sobre cumplido por 0,2 puntos porcentuales del producto, mostrando que el límite permitido para la primera mitad de este año es muy laxo.
Sin embargo y de acuerdo con nuestra visión, la discusión cuantitativa de las metas fiscales no es lo más importante. Por el contrario, nosotros visualizamos dos problemas de fondo de los cuales pocos hablan.
Primero, el gobierno está poniendo “el carro delante de los caballos” al suponer que las metas fiscales medidas en términos del PBI se irán cumpliendo gradualmente “gracias” a un crecimiento económico anual que se descuenta en torno al +3% todos los años. Justamente es al revés. Para poder tener chances de volver a crecer es necesario primero achicar el Estado, bajar el gasto y reducir la presión tributaria disminuyendo el déficit fiscal. Es decir, corrigiendo lo fiscal, se crece. Por el contrario, no se corrige lo fiscal creciendo.
Segundo, el gobierno plantea metas fiscales inconsistentes con su política fiscal y esquema de financiamiento. ¿Por qué? Porque con altos déficits fiscales que se financian mayormente con deuda, las metas fiscales deben tener en cuenta el pago de intereses, es decir deben estar construidas en base al déficit fiscal financiero (después de intereses) y no en base al déficit fiscal primario (antes de intereses).
La inconsistencia de las actuales metas fiscales queda de manifiesto cuando se observa que aun cumpliéndose las metas de Dujovne, lo cual luce al menos complicado por ahora, el déficit financiero 2019 sería similar al déficit financiero 2015 que dejó Axel Kiciloff, ya que el aumento de la carga de intereses compensaría la reducción del déficit primario. En este contexto, continuaría la actual sobre dimensión del Estado, la inversión no aumentaría significativamente y Argentina difícilmente volvería a un proceso de crecimiento sostenido.
¿Estamos condenados a no poder crecer sostenidamente? No. Si luego de las elecciones hay un cambio de fondo y un achicamiento creíble y sostenible del Estado a lo largo del tiempo, las chances de crecer en forma sostenida aumentan. En este sentido, se necesitan señales concretas de reducción del gasto, de la presión tributaria y del déficit. Por el contrario, si nada de esto último se vislumbra, dichas chances se esfuman.
Me parece que a las empresas les pasa lo mismo. Menos ingresos sobrevaloran los egresos. Esperando a que aumenten ingresos sin tocar gastos o costos para mejorar la ecuación o me equivoco feo Diego?
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