La economía argentina atraviesa una pérdida estructural de reservas internacionales que se viene profundizando desde antes del Cepo en 2011. Puntualmente, este año ya se perdieron 9.000 millones de dólares de reservas y el stock ya es menor a USD34.000 MM.
La aceleración del ritmo al cual el BCRA pierde reservas es principalmente consecuencia de la aparición (por primera vez en diez años) del déficit de cuenta corriente y en menor medida por el resultado estructuralmente deficitario de la cuenta de capital.
La cuenta de capital es estructuralmente deficitaria porque Argentina está fuera de los mercados de capitales, de los organismos internacionales de crédito y tampoco recibe IED. La cuenta corriente vuelve a ser deficitaria, porque el superávit comercial no alcanza a compensar la salida neta de dólares por la cuenta servicios, que es cada vez más negativa por el incremento de las compras con tarjeta de los residentes en el exterior y por el aumento del turismo emisivo.
De hecho, este año la cuenta servicios podría ser negativa en 9.046 millones de dólares; un aumento de USD5.236 MM con respecto a 2012. De ese aumento del déficit (+USD3.906 MM), el 74.5% (USD3.906 MM) se debe al incremento de la salida de dólares y 25.5% (USD1.333 MM) por menor entrada de dólares. De las mayores salidas, el 90.5% (USD3.534 MM) es explicado por Turismo, Viajes y Pasajes.
En pocas palabras, el superávit comercial es la única fuente genuina de dólares que le queda a nuestra economía; además de ser uno de los motores del nivel de actividad.
Sin embargo, el problema es que el superávit comercial tiende a reducirse porque las exportaciones pierden dinamismo, ya que el Cepo cambiario genera incertidumbre y porque la aceleración devaluatoria incentiva a retener y no liquidar exportaciones. En los primeros 9 meses de 2013 el superávit comercial (usd7.100 MM) cayó un 35% con respecto al mismo período de 2012. Si consideramos los últimos 12 meses, el superávit comercial asciende a sólo usd 8.900 millones, muy por debajo de los U$S 10.560 millones proyectados en el Presupuesto 2014 para este año.
El análisis “micro” de la balanza comercial muestra que el resultado de la balanza comercial primaria es superavitario en U$S 41.600 millones y financia con creces al déficit del sector industrial (-usd26.000 MM) y energético (-usd5.700 MM). En pocas palabras, las exportaciones de soja motorizan a todo el sector comercial externo y financian los déficits de la industria y del sector energético.
En este marco, la actual pérdida de dinamismo del sector exportador es una luz de alarma tanto para el balance cambiario, como para el nivel de actividad. Con exportaciones pocas dinámicas se pierde capacidad importadora y la economía local se va paulatinamente cerrando; lo que afecta negativamente a los sectores industriales que necesitan insumos, capital y energía importados. Con exportaciones débiles, la pérdida de reservas se acentúa y los problemas cambiarios se agravan.
Esta restricción externa se hace cada vez más presente. Las exportaciones no se incrementarán significativamente en 2014 por lo que no entrarán muchos más dólares comerciales el año próximo. Pensando más a largo plazo, es esperable que la política monetaria de EEUU cambie de rumbo hacia fines de 2014 y por ende los commodities en general y la soja en particular coticen a menor precio en el largo plazo.
En este marco, el escenario futuro se podría resumir de la siguiente forma. Sin acceso al crédito internacional y sin IED, mantener el actual nivel de actividad en 2014 implicaría menor superávit comercial, mayor déficit fiscal, más fuerte caída de reservas, mayores problemas cambiarios y más inflación el año próximo. Por el contrario, sin IED, sin crédito y con las políticas actuales, en 2014 se podría acotar la pérdida de reservas, el deterioro del superávit comercial y el déficit fiscal sólo con un menor nivel de actividad.
La otra alternativa es aplicar un cambio radical en la actual política económica, modificando la política fiscal, sus fuentes de financiamiento, la política de desendeudamiento y la política cambiaria. Es decir, se debe reducir el déficit fiscal y dejar de financiarlo con emisión monetaria. Paralelamente, se debe abandonar la política de desendeudamiento y dejar de pagar con reservas las obligaciones en dólares del tesoro. Con menos gasto y menos emisión, la inflación cederá terreno. En ese marco, normalizar el INDEC y volver a los mercados financieros será beneficioso. El riesgo país y la tasa de interés bajarán y el cepo cambiario podría ir relajándose. Seguramente, en un contexto de mayor certidumbre volverá a crecer la inversión extranjera directa. Con entrada neta de dólares por cuenta de capital se podrá importar más y estimular en forma sustentable la producción industrial y el nivel de actividad doméstica. Esto último es el verdadero desafío. A este tercer escenario lamentablemente le asignamos una baja probabilidad de ocurrencia.
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