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martes, 20 de mayo de 2014

LÓGICO: Elevada y Sostenida Inflación tritura al empleo.

Las altas tasas de crecimiento y la reducción de la tasa de desempleo fueron los principales activos del modelo K. Entre 2003 y 2008 el nivel de actividad económica se expandió a un ritmo promedio de +7.8%. El alto nivel de crecimiento permitió que la tasa de desempleo cayera de 20.5% (1º trimestre 2003) a 7.3% (4º trimestre 2008). Sin embargo, la tasa de crecimiento del nivel de actividad se desplomó luego de 2008, reduciéndose a un promedio anual de 2.1% entre 2009 y 2014. En este marco,  la tasa de desempleo se contrajo muy poco; menos de 1 punto porcentual bajando hasta 6.4% en el último trimestre de 2013. De hecho, se acaba de publicar que la tasa de desempleo del primer trimestre 2014 es 7.1%. Paralelamente, la inflación aumenta sostenidamente de 3.7% (2003) a 31.0% (2013) en el mismo período. Y en 2014 tendría un piso de 35%. Es más, dependiendo lo que haga el gobierno en materia fiscal y monetaria, lo más probable es que la inflación sea mayor al 35% en 2014.  

Sin embargo, la inflación no es un fenómeno reciente en la economía argentina. Por el contrario, está presente desde los inicios del gobierno K. En este sentido, sólo basta recordar que la inflación se duplicó en los primeros tres años de Néstor Kirchner, pasando de 3.7% (2003) a 6.1% (2004) y 12.3% (2005). Punta a punta, en el gobierno K se multiplicó por 10 entre 2003 (3.7%) y 2013 (31.0%).


La aceleración de la inflación y el crecimiento económico con reducción del desempleo son dos fenómenos que no pueden ser separados. El crecimiento del gobierno K tiene un patrón de aceleración inflacionaria. En otras palabras,  el modelo de crecimiento K está basado en la aceleración inflacionaria.

El crecimiento económico del gobierno K responde a un modelo básico keynesiano, a partir del cual se creció estimulando la demanda agregada con políticas fiscales y monetarias expansivas. Este modelo sólo puede generar crecimiento y bajar la tasa de desempleo en el corto plazo. Con este modelo se logra crecer y bajar el desempleo sólo aceptando niveles crecientes de precios. Alternativamente, si la inflación resulta ser un problema, entonces podrían disminuir su aceleración pero a cambio de aceptar un desempleo mayor, fenómeno que la administración K nunca quiso aceptar.

Sin embargo, los efectos positivos de esta política sobre el crecimiento y el desempleo desaparecen en el largo plazo. Sus efectos positivos duran mientras los agentes económicos prevemos erróneamente la inflación (2003/2008). Ante la realidad de la suba de precios “delante de las narices”, los agentes económicos modifican sus expectativas y prevén correctamente la inflación, con lo cual la tasa de crecimiento se reduce, el desempleo aumenta y sólo “queda” una mayor inflación (2009/2014).

En este contexto, la única forma de contener la suba del desempleo es gastando y emitiendo cada vez más de manera de someter a la economía a un proceso inflacionario de tasa creciente, para mantener la tasa de inflación permanentemente por encima de las expectativas de los agentes. Pero una vez que esto se repita varias veces, el público “comprenderá el juego”, anticipará correctamente la tasa de inflación, la economía dejará de crecer y el desempleo subir.

El problema más serio es que si la inflación es alta y sostenida durante un período prolongado, a la larga inevitablemente produce caída del empleo, sobre elevando aún más la tasa de desempleo. La inflación sostenida atenta contra la inversión  y achica el stock de capital. Paralelamente, se contrae el crédito y sube la tasa de interés, disminuyendo la estructura productiva de la economía. Con la suba de la tasa de interés varios de proyectos de  inversión son abandonados, aumentan las quiebras y hay  destrucción parcial del stock de capital. En este marco, la actividad económica muchas veces retrocede en relación a su capacidad de producción inicial, emergiendo una importante capacidad ociosa en la utilización de la capacidad instalada.

La realidad económica actual de Argentina pareciera confirmar todo lo anterior. En el gráfico inferior se observa el descenso de la liquidez real (demanda de dinero en todas sus formas) del sistema y la contracción del crédito al sector privado. Paralelamente, también se aprecia  la contracción de la inversión y la caída de la utilización de la capacidad instalada. Con caída de liquidez, menor crédito, menos inversión y utilización de la capacidad instalada en retroceso, la tasa de crecimiento del nivel de actividad es negativa.


Más allá de los números de desempleo que publique el INDEC, toda esta coyuntura negativa signada por menor liquidez, menos crédito, caída de inversión y aumento de capacidad ociosa destruye el nivel de empleo, que perderá terreno a medida que la tasa de crecimiento del PBI sea más negativa.

En este marco, nuestra estimación de crecimiento base asciende a -1.8% anual en 2014. Sin embargo, dependiendo lo que haga el gobierno en política fiscal y monetaria, el PBI podría caer más. Cuánto más política fiscal expansiva haya y más pesos el BCRA emita, mayores serán las expectativas de devaluación y más inflación terminará habiendo, por ende mayor destrucción de capital, menor producción y más caída del PBI, que podría llegar a -2.9% e incluso a -3.6% en todo 2014. En estos escenarios de menor nivel de actividad y caída del PBI, la contracción del empleo iría en aumento. El empleo podría bajar de 42.7% en 2013 a 42.3% / 41.2% en 2014 (ver gráfico 3).


En síntesis, la elevada y sostenida inflación está matando al empleo. Si se quiere preservar y (más aún) crear empleo hay que bajar la inflación. A esta altura de los acontecimientos macroeconómicos, mientras siga habiendo alta inflación sólo puede haber destrucción de empleo. Hay que bajar la inflación a un dígito para tener oportunidad de volver a crecer y generar empleo sustentable en el largo plazo. En este sentido, hay que abandonar la actual política fiscal desmedidamente expansiva, bajando el gasto entre 5 y 7 p.p. del PBI para eliminar la dominancia fiscal (emisión para financiar déficit) y poder aplicar una política monetaria prudente y preventiva que consiga bajar genuinamente la inflación.

Primero y ante todo, hay que lograr bajar las expectativas de inflación. La inflación bajará si y sólo si se convence a la gente que la inflación bajará. Hoy en día las expectativas de inflación son racionales y tienen en cuenta el frente fiscal, monetario y cambiario, por ende bajarán sólo si se ataca el déficit fiscal, se reduce la emisión monetaria y por ende se aplacan las expectativas de devaluación. Sin embargo, nada de esto está sucediendo. No hay ajuste fiscal. Más allá de los esfuerzos del BCRA, la dominancia fiscal aumentaría en 2014 y por ende las expectativas de inflación serían crecientes. Mayores expectativas, más inflación. El tipo de cambio es un precio más de la economía, por ende también subiría. No queda otro remedio, hay que esperar más inflación y menos empleo en 2014.


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